El relato de una víctima de violencia machista ha sacudido al mundo. Ella es Margarita Gracheva, una joven de 26 a la que su marido le cortó las manos porque pensaba que lo engañaba con otro hombre.
Los hechos sucedieron en 2017 en Rusia. El hombre fue condenado a 14 años de prisión, después de que el presidente del país, Vladimir Putin, derogara la ley de violencia de género.
Menosprecio policial
La víctima, por eso, lucha para que el castigo a su exmarido sea mayor y ha llevado al caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), quien le acaba de dar la razón. Ordenó al Gobierno ruso pagar cerca de 356.000 euros a la mujer por la laxitud de las leyes sobre violencia machista del país.
“Cuando fui a la policía estaba segura de que vendrían al día siguiente y harían algo. Pero no fue así. El agente me dijo: ‘Tú y él harán las paces. Esto no es importante’. Tres días después, me llevó al bosque y me cortó las manos”, recuerda. Lo hizo con un hacha.
Varias agresiones
"¡Pon tus manos sobre el árbol!", le gritó su esposo. Ela lloraba, suplicaba a los gritos que no lehiciera daño. Tras tremendo acto de violencia, su entonces marido fue con ella al hospital y entregó a los médicos una caja con la mano derecha de su esposa. Luego fue el quien se entregó a la policía.
La mano izquierda la encontraron más tarde, se perdió en el bosque. “Estaba destrozada con los huesos rotos en ocho partes”, apunta. Para poder volvérsela a cose, tuvieron que trasplantarle piel y venas. Tras una enorme campaña viral, pudo recaudar más de 57.800 euros, pudo pagarse una mano biónica.
Caso administrativo
Antes de este momento, hubo otras agresiones. Un mes antes, "él tomó un cuchillo y lo puso en mi garganta. Y repetía: '¡Admítelo! ¿Me estás engañando o no?". Y ni así la escucharon en comisaría y la primera condena fue tratada como un caso administrativo, por lo que el agresor sólo tuvo que pagar 10.000 rublos (119,95 euros) de multa.
Desde la amputación de ambas manos, Margarita se convirtió en activista contra la violencia de género y para que el gobierno de Putin reestablezca la ley anterior. Por ahora, ha conseguido el reconocimiento del TEDH, pero reclama cadena perpetua para su agresor: "Para mí, lo mejor hubiera sido que le dieran cadena perpetua. Eso me mantendría segura. Si él, eventualmente, vive cerca, eso no será seguro ni para mí ni para los niños".