Esta es la historia de superación de Carmen Giménez. Una atleta paralímpica de 39 años, que denuncia haber sido víctima de la violencia de género y de la violencia institucional. De hecho, Carmen sufre hoy una lesión medular que la ha dejado parapléjica después de que su pareja la arrojase por el balcón.
Hace poco más de una década, una por aquel entonces joven de 29 años, a la que el futuro le sonreía, había iniciado una relación con un hombre tres años mayor que él, bien posicionado. Su noviazgo había dado comienzo dos semanas después de que la mujer pusiera punto final a una historia de amor de 11 años.
Una nueva relación
Sin embargo, su nuevo novio causó rechazo entre sus más allegados. Las vejaciones que sufría de forma pública por parte de él pusieron en alerta al entorno de Giménez, quien le recomendó en reiteradas ocasiones que le dejara. Con todo, ella hacía caso omiso y justificaba su actitud alegando que necesitaba ayuda, "él no era así".
Tres meses después de iniciar la relación, Carmen confiesa que tuvo que acudir al médico a causa del desgaste mental que le provocaba la relación: le diagnosticaron depresión: “Tenía temblores, lloraba mucho, sentía angustia. Era la manifestación de lo que sufría en casa”, asegura Carmen, en una entrevista a La Voz de Galícia.
Una depresión
La entrevistada relata que al llegar a casa le contó a su pareja que había acudido al médico y le dio a conocer su diagnóstico. Además, le informó de los fármacos que le habían recetado. “Gilipolleces, no te tomes nada de lo que te ha mandado”, le respondió él. Si bien, con el paso de los meses, las descalificaciones, el chantaje emocional, las amenazas y las agresiones fueron en aumento.Todo se terminó de torcer la noche del 11 de marzo.
Tras una discusión en la que incluso tuvo que llamar a su tía pidiendo auxilio, se fue a dormir. A la mañana siguiente, cuenta que se encerró en el baño mientras que su agresor hizo ver que se iba de casa: abrió la puerta de la calle y llamó al ascensor, pero realmente cerró y se quedó dentro.
La mañana del 12 de marzo de 2010
Sobre lo que ocurrió después, recuerda salir del aseo y encontrársele de frente. “¿Tú no tienes que ir a trabajar? ¡Pues hay gente que sí!”, le espetó el hombre antes de cogerla, llevarla a la terraza y arrojarla por el balcón desde una altura de tres pisos. Los hechos ocurrieron la mañana del 12 de marzo, una fecha que llevará grabada de por vida.
En la entrevista, Carmen explica que fueron los vecinos quienes acudieron a auxiliarle, mientras que su agresor tan solo se limitó a decir que “se le había ido de las manos”. La joven fue trasladada en ambulancia a un centro hospitalario, donde fue ingresada con un neumotórax, la clavícula rota y una lesión medular que la dejó para siempre en silla de ruedas.
Violencia institucional
Por increíble que parezca, todavía hay más. La atleta cuenta que se pasó varios meses ingresada en el centro de parapléjicos en Toledo, sin embargo, nadie acudió a tomarle declaración sobre lo ocurrido. De hecho, señala que ni los vecinos se personaron en comisaria para levantar un atestado. Tuvo que ser ella, quien, tras recibir el alta, se desplazara hasta las dependencias policiales para relatar su caso.
En este sentido, Carmen asegura haber sentido también la violencia institucioal después de que una psiquiatra, una asistenta social y una psicóloga, emitieran un informe en el que no se la reconocía como víctima de la violencia de género. Esta terna de mujeres alegó que establecía relaciones muy fácilmente con hombres, puesto que entre una relación y otra tan solo habían transcurrido 15 días. El caso se archivó por falta de pruebas.
La pérdida de un hijo
Años más tarde, vería su sueño de ser madre cumplido. Giménez tuvo tres hijos, aunque uno de ellos falleció tras el parto por una negligencia. No obstante, reconoce que es el malogrado Bruno, el que le ha dado fuerza para competir al más alto nivel. Hoy, recorre el mundo con la campaña Run for Bruno, una iniciativa que pretende dar visibilidad al atletismo adaptado, en busca de fomentar un deporte más inclusivo.
Sobre lo que ocurrió el 4 de septiembre de 2018, narra: "Empecé a sangrar en casa en la semana 34, llamé a urgencias, me dijeron que venía la ambulancia, pero nada, no llegaba, yo me desangraba, y en ese tiempo, cuando ya me llevaban en volandas al coche para irme al hospital porque nadie venía, Bruno nació. Tenía latido, pero al ser tan prematuro y al no haber llegado los médicos a tiempo se murió". Tras lo ocurrido, decidió volver a confiar en la justicia y ponerlo en sus manos. A fecha de hoy, el caso todavía sigue por resolver.