La práctica del cruising --sexo con desconocidos en lugares públicos-- que llevan a cabo los turistas que visitan el sistema dunar de Maspalomas (Gran Canaria), está detrás de la destrucción gradual de la Reserva Natural homónima y de la conocida playa del Inglés. Uno de los lugares más singulares de la isla, protegido por el Gobierno de Canarias desde 1982.
En concreto, más de 14 millones de personas llegan cada año a Gran Canaria, muchas de ellas atraídas por la belleza de este enclave natural. Considerada una zona de descanso para las aves migratorias que vuelan entre África y Europa, las dunas de Maspalomas se extienden a más de 6 km al sur de la isla, en un paraje inigualable frente al mar.
'Las cinco S'
Sus más de 400 hectáreas integran una ensenada perfecta, un campo de dunas vivas de arena orgánica, un bosque de palmeras y una laguna salobre. Sin embargo, las Nekhbas, o lo que es lo mismo, las dunas que se amontonan alrededor de la vegetación, así como a las ocho especies de plantas que se dan en el lugar, tres de ellas endémicas, sufren los efectos nocivos de la lascivia de los humanos.
El The Journal of Environmental Management, publica el artículo las Cinco S --Arena, sol, mar y sexo con extraños--, un reportaje basado en un nuevo estudio de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. En él, se analiza el impacto que generan los encuentros de sexo desenfrenado que mantienen los turistas a diario y que suponen una seria amenaza para la pervivencia del ecosistema dunar.
298 'picaderos'
Un inventario realizado por los investigadores, en mayo de 2018, recoge que, en un espacio de 2.000 metros cuadrados, se han localizado 298 puntos concretos, donde las personas practican sexo, orinan e incluso defecan. En este sentido, el ensayo revela, además, que los visitantes pisotean la vegetación, quitan las plantas y la arena, hacen sus propios "nidos” y se deshacen de cigarrillos, condones, papel higiénico, toallitas y latas.
De hecho, Patrick Hesp, uno de los científicos que firma el artículo, afirma que un elevado número de los ejemplares de lagartijas gigantes de Gran Canaria, que habitaban en la zona, desaparecieron a causa de estas prácticas. "Muchas de ellas murieron después de comer condones que dejaron los buscadores de placer", remarca.