Daba clases en un colegio pequeño de un pueblo asturiano. Después de sentirse acosado por sus alumnos decidió pedirse la baja laboral. El problema se trasladó a las calles y el acoso seguía fuera de las aulas. Esta situación le llevó a pedir otra baja, en marzo, antes de que la pandemia del Covid-19 obligara a dar las clases de manera telemática. Este profesor, de unos cuarenta años, pidió entonces regresar pues creía que la distancia enfriaría las cosas. Pero el acoso se convirtió en ciberacoso. El profesor no pudo soportar la presión y a finales de curso se quitó la vida.
Éste ha sido uno de los casos de acoso más extremos del curso 2019/2020. Pero no es el único, lamentablemente. De hecho, casi 38.500 profesores han sido atendidos por ANPE desde la creación del servicio del Defensor del Profesor en 2015. De todos esos casos, 1.594 actuaciones corresponden al último curso, en una situación de crisis sanitaria y confinamiento domiciliario.
Más acoso en 2020
Las situaciones tensas y conflictivas en las aulas no se está erradicando en los centros escolares. Y las amenazas de alumnos a profesores han crecido entre un 10% y un 12%. Además, los casos de ciberacoso también han aumentado en este curso escolar.
Las consecuencias de estas situaciones conllevan un importante coste emocional para el docente, lo que en muchas ocasiones lleva a un deterioro de la salud mental de maestros y profesores. El 73% de los casos atendidos presentaban unos niveles de ansiedad impropios de la tarea a realizar y un 11% mostraban síntomas depresivos.