La Policía Nacional han desarticulado una organización criminal que controlaba el mayor punto de venta de drogas de Madrid: un auténtico búnker ubicado estratégicamente --en el municipio de Cañada Real-- y equipado con fuertes medidas de seguridad desde el que suministraban más de 200 dosis de droga al día.
El local funcionaba como supermercado de la droga, ya que tenían carteles llamativos en los que anunciaban los productos y los precios, otros carteles con los horarios de los autobuses que circulan por el lugar y zonas donde acomodar a los clientes que decidían consumir en el lugar.
Un servicio completo y controlado
La investigación se inició el pasado mes de febrero, cuando los agentes consiguieron ubicar el local principal --sucesor de otro antiguo clan desarticulado hace años--. La vivienda utilizada operaba las 24 horas del día, contaba con una estructura laboral que empleaba a unos individuos como aguadores y, dado el trasiego continuo de personas y vehículos, tenían hasta un servicio de aparcacoches.
Otros integrantes se situaban en el acceso a la parcela para decidir qué compradores podían entrar, mientras otros controlaban la entrada al inmueble. En el interior se encontraban otras personas que dispensaban la droga, y los agentes comprobaron que también estaba presente el número dos del clan el cual supervisaba las actuaciones del personal.
Todos ellos guardaban parentesco directo con los líderes de la organización.
Numerosos y complicados registros
Tras finalizar las investigaciones, los policías iniciaron la entrada y registro de manera simultánea en cinco domicilios, dos en Madrid, uno en Alcalá de Henares, uno en Torrejón del Rey (Guadalajara) y otro en el municipio toledano de Illescas.
En el registro practicado en la vivienda de la Cañada Real, los agentes se encontraron con fuertes medidas de seguridad que habían instalado los investigados, como cámaras de videovigilancia y accesos con varias puertas acorazadas instaladas de manera consecutiva.
El 'botín' de la operación policial
A pesar de que algunos de los arrestados incendiaron la estancia para hacer desaparecer los estupefacientes y el dinero, los agentes consiguieron recuperarlo: se intervinieron un total 520.000 euros en efectivo, 19 kilos de cocaína, casi tres kilos de hachís y heroína, 18 armas de fuego cortas con cerca de 2.000 cartuchos de distintos calibres, maquinaria para tratar sustancias estupefacientes, diversas joyas, relojes de lujo y 11 vehículos, algunos de ellos de alta gama.
La investigación también puso de manifiesto el alto nivel de vida de los investigados, que no concordaba con sus trabajos o ingresos. En la operación se desarticuló por completo la organización criminal --seis de los integrantes ingresaron en prisión provisional--, al practicar un total de 14 detenciones --12 hombres y dos mujeres-- que ocupaban los distintos peldaños de la estructura criminal que habían establecido.
Todos ellos tenían distintos puestos de responsabilidad y formaban parte de un mismo clan familiar conocido por su implicación en hechos delictivos similares.