Madrid está viviendo un repunte de las estafas conocidas como secuestros virtuales, en los que un estafador llama a un teléfono al azar y asegura haber secuestrado a un familiar de la víctima. Para evitar que maten, violen o corten trozos del secuestrado, exigen al estafado que les pague en metálico, con cantidades que parten de los 10.000 euros aunque, si la víctima no los tiene, van bajando la cifra.
"Páganos 10.000 euros o violamos a tu hija, la matamos y la hacemos desaparecer". Amenazas como esta se repitieron, al menos, 130 veces el pasado 2019. Y en lo que llevamos de año, ya hay reportados unos 35 casos. Según la Policía Nacional, que está al frente de la investigación, son presos chilenos que se encuentran encarcelados en el país sudamericano.
Una estafa al azar
Los autores llaman al azar a teléfonos fijos con un prefijo. Si ven que les funciona, van repitiéndolo con números consecutivos. Es un delito tan arbitrario que se dan casos en los que los malhechores telefonean a una sucursal de la Seguridad Social. Pero, al final, dan con su presa. Alcorcón se ha convertido, actualmente, en el epicentro de esta actividad, pero otros años ha ocurrido en Alcobendas o en Pozuelo de Alarcón.
Una vez han engañado a la víctima, tratan de que les den su número móvil, vuelven a llamarles y exigen un envío de dinero desde un locutorio o una oficina de Correos. En los últimos meses se ha percibido un repunte de estos delitos en Madrid, sobre todo, porque coincide con el final de la época estival en Chile y necesitan más dinero para vacaciones y gastos. Y lo mismo sucede en diciembre, por la Navidad.
Una cuestión lingüística
La práctica comenzó hace justo un lustro, en febrero de 2015, cuando se produjeron hasta mil casos, muchas veces, incluso diez al día. De los 130 registrados en 2019, cinco acabaron en pagos. No existe un perfil concreto de las víctimas, ya que eligen las llamadas al azar. Pero eligen España y sudamérica por la cuestión lingüística.
La policía española trabaja junto a la de Investigaciones chilena en un caso que se estudia como crimen organizado, y ya han anunciado varias detenciones. Una de ellas, una mujer de Chile que se encargaba de cobrar el dinero y dárselo a los presos que habían perpetrado la estafa. Es muy difícil determinar cuántas bandas hay operando de esta manera, aunque las autoridades penitenciarias de Chile incautaron 57.000 teléfonos móviles en varias cárceles del país.