Jonathan Mok es un joven de 23 años que lleva dos años viviendo en Londres estudiando en una de sus universidades. Hasta aquí, todo bien. El problema es su origen, viene de Singapur, algo que unos racistas relacionaron con el coronavirus. No es el primer caso que se ha dado, pero si el primero en terminar de forma trágica.
Y es que Jonathan iba andando por Oxford Street, una de las calles más céntricas de la ciudad, cuando empezó a oir comentarios racistas junto a la palabra coronavirus pronunciados por otros jóvenes con los que se cruzó por el camino. El joven asiático se giró para mirar quiénes se dirigían hacia él con este tipo de comentarios, y terminó apaleado.
Aumentan las agresiones racistas
Jonathan no quería que los racistas pensaran que "los asiáticos son fácilmente intimidados. Me sentí realmente enfadado. He tenido amigos que fueron rechazados por algunas tiendas en otra ciudad europea porque eran chinos y los propietarios dijeron que no querían el coronavirus", por lo que decidió enfrentarse a ellos. Por desgracia, la historia terminó mal. Al ver al joven girarse, el grupo de agresores --cuatro hombres y una mujer-- le chillaron "no te atrevas a mirarme".
Tras ello, cambiaron su rumbo y fueron en busca de Jonathan. "No parecían mayores de 20 años, pero todos eran más de una cabeza más altos que yo". El joven recibió dos puñetazos en la cara sin mediar explicación, mientras otro trató de darle una patada cuando Jonathan miraba de contarle a otra persona lo que estaba sucediendo.
No ha habido detenciones por el momento
El mismo que lo intentó y no llegó, volvió a por un segundo asalto que terminó con el agredido sangrando por la nariz mientras chillaba "no quiero tu coronavirus en mi país". Un hecho que, por desgracia, no queda aislado desde que se originó el brote de coronavirus. Los agresores se marcharon antes de que apareciera la policía, que ha abierto una investigación y que trata el caso como un ataque agravado con racismo.
Jonathan confía en que encuentren a los culpables, pero también afirma que ha hablado con los dueños de las tiendas que había cerca del lugar en el que sufrió la agresión racista y le han asegurado que, de momento, la policía no les ha pedido ninguna imagen de las cámaras de seguridad.