¿Imaginas donar tu cuerpo a la ciencia y que acabe siendo utilizado para pruebas militares? Aunque parezca la trama de una película de terror, en realidad se trata de un caso judicial abierto.
La cúpula del Centro de de Recursos Biológicos de Arizona (Estados Unidos) se enfrenta a un juicio por engañar a varias familias sobre el uso que darían a los restos mortales de sus seres queridos. Según la acusación, la empresa aseguraba que los cadáveres servirían para realizar investigaciones médicas, pero en realidad eran suministrados al ejército para realizar sus pruebas.
Clausurado por actividad ilícita
El centro biológico estadounidense fue clausurado por el FBI, según publica La Razón, en 2014 debido a la actividad ilícita que, supuestamente, llevaba a cabo. Los demandantes datan que la empresa habría vendido más de una veintena de cuerpos a la milicia del país, que los utilizaba para comprobar el impacto de los explosivos que se encontraban en desarrollo o en fase de prueba.
En la demanda se incluye, además, otro bizarro engaño por parte de esta compañía: a aquellos familiares a los que prometieron devolver los restos incinerados de sus allegados se les entregaron cajas con un contenido diferente. Se les aseguraba que eran los miembros de sus familias, pero la investigación apunta a que sus cadáveres fueron vendidos a terceros o incluso aún se encontraban en las instalaciones del Centro de de Recursos Biológicos.
El centro de los horrores
Los agentes policiales explicaron en la primera sesión del juicio cómo se encontraron el lugar cuando entraron para proceder a su clausura. La estampa descrita incluía un lugar escabroso, con partes de cuerpos esparcidos por las instalaciones, cadáveres en mal estado y "la cabeza de una mujer cosida al cuerpo de un hombre como si se tratara de Frankenstein", según explica el periódico anteriormente citado.
Mark Cwynar, un agente retirado del FBI, aseguró que "algunos compañeros se negaron a volver allí".
Negación y autoinculpación
En un primer momento, la compañía negó las acusaciones de las familias pero, más tarde, se declaró culpable de haber proporcionado a terceros tejido humano contaminado y de usar las donaciones con fines distintos a los deseos de los donantes.
En una carta al juez, el responsable de la compañía dijo que debería haber supervisado a sus empleados más de cerca y que podrían haber sido más transparentes sobre el proceso de donación en el folleto de su compañía.