Lori Jones es una dependienta de una tienda de comida de la ciudad de Fort Collins, Estados Unidos, que recibió a una clienta muy especial en diciembre. Detrás de su mostrador y sin saber cómo, una cierva entró en su establecimiento de forma muy pacífica y tímida. El mamífero entró a la tienda como cualquier otro cliente, revisando el surtido de productos y se detuvo en las gafas de sol, el helado y las patatas fritas.

Jones sin saber exactamente cómo actuar, decidió darle una barrita de cacahuetes para que se marchara, algo que tuvo efecto, aunque solo fue momentáneo. Al cabo de media hora, la cierva regresó acompañada de sus tres cachorillos a por más comida. 

"Me miró como si me preguntara: '¿pueden mis hijos también tener un poco?'", relató Jones. Imposible de negarse ante esa mirada, Jones dio a toda la familia una barrita de cacahuetes. Pese a haberle alegrado el día a los ciervos hambrientos, Jones lamentó haberles dado las chucherías, ya que sabe que los animales tienden a volver y que, además, no son sanas para ellas.