La Sección Tercera de la Audiencia de Jaén ha condenado a dos años de prisión al dueño de un local especializado en combatir la pediculosis, M.Á.D.M., como autor de un delito de abusos sexuales a una menor de 13 años a la que realizó un tratamiento antipiojos.
Fueron los padres de la menor los que interpusieron la correspondiente denuncia después de que la niña contara a su madre lo que le había pasado durante las más de tres horas en las que duró el tratamiento.
El tribunal valora además a la hora de interponer la condena que el testimonio de la menor ha sido persistente y firme, además de haber sido prolongado en el tiempo, reiteradamente expresado, y expuesto sin ambigüedades ni contradicciones.
El tribunal considera probado que el 16 de julio de 2015, el acusado abusó de la menor mientras le hacía el tratamiento y lo hizo bajándole la parte de arriba del bikini y tocándole los pechos. Lo hizo sirviéndose de que se encontraba solo en el local y de que el padre de la menor se había ido tras firmar la correspondiente autorización.
Durante el juicio celebrado el pasado 2 de mayo, el acusado negó todos los cargos y se declaró inocente. La menor, actualmente de 15 años, declaró en el juicio protegida por un biombo y relató que el acusado le realizó preguntas que le extrañaron como si tenía novio o si se besaba con él. El tratamiento lo hizo, según la chica, con la puerta cerrada con llave y sin que hubiera nadie más en el local.
La menor tardó un día en contar lo ocurrido a su madre que, junto a su padre acudieron a la consulta a pedir explicaciones al acusado. Según la versión de la madre, el acusado les pidió perdón "de rodillas", al tiempo que les pedía que no denunciaran porque le iban a hundir el negocio. Sin embargo, acabaron denunciándolo y el caso ha terminado en la Audiencia de Jaén.
M.Á.D.M. reconoció que lo único que ocurrió es que al pasarle el aspirador para quitarle los piojos que hubieran podido haber caído en la ropa durante la sesión se le desprendió el bikini que llevaba debajo del mono que vestía la menor.
"No miré, solo le dije que se tapara y no le di mayor importancia", dijo el acusado. También argumentó que sí le preguntó si tenía novio era para que le advirtiera de que también se los había podido pegar.
Por su parte, la psicóloga encargada de evaluar a la menor ha indicó que su testimonio denota que no es una invención y que ella se sintió agredida en su intimidad. "Creo que la niña está diciendo la verdad y que no se lo inventa. Su relato es coherente y estructurado", dijo la psicóloga.
Tal y como reconoció la psicóloga, el suceso no dejó secuelas a la menor, por lo que la sentencia no ha recogido ningún tipo de responsabilidad civil por daños y perjuicios.