Martiño Rivas (Vimianzo, 1985) se ha puesto en el papel de uno de los actores porno más conocidos de este país. También en uno de los más impopulares de los últimos años, Nacho Vidal.

No ha sido nada fácil. Primero porque muchos ayuntamientos, entre ellos el de Badalona, pusieron impedimentos a la productora, Bambú, a la hora de rodar en su término municipal. Después vinieron los problemas con la plataforma. Debía emitirse en Lionsgate+, pero cerró y Atresplayer premium la ha recuperado.

Deseos

La serie que lleva el nombre propio de Vidal se estrena este 5 de marzo con un deseo por parte del actor que le da vida: “Espero que Nacho sepa distanciarse de todo y que no estamos haciendo un documental de su vida. Espero que eso lo entienda”.

Sea como sea, él se lo ha pasado bien en la promoción. La ha compartido con María de Nati, quien interpreta a su pareja en la ficción, Sara Bernat. Juntos hablan con Crónica Directo sobre las dificultades de meterse en este papel y la industria del porno.

--Pregunta: ¿Qué conocían de Nacho Vidal y Sara Bernat? ¿Ha cambiado mucho la concepción que tenían de ellos?

--Martiño (MR): Ya todos estamos familiarizados con Nacho, porque ya es parte del folclore nacional.  En persona sí le conocí el día que hicimos las pruebas de cámara. Era como un momento que todos queríamos vivir, pero a la vez nos daba cierto miedo. Nacho impone mucho. Y bueno, pues teniendo que hacer de él, imagínate. No llegó a verbalizarlo explícitamente, pero yo sentí que por el abrazo que me daba y cómo me puso la mano encima como que me estaba dando licencia o permiso para hacer de él. Y para mí ese beneplácito, digamos, era importante.

--María (MdN): Yo tuve la oportunidad también de conocer a la verdadera Sara Bernat. Nos tomamos un café muy largo y fue impresionante, porque me senté y nada más sentarme me dijo: “Venga, pregunta lo que quieras, suelta”. Me daba muchas pistas y fue una puerta de entrada a cómo ella ve este mundo, cómo ella lo vivió. Y fue para mí muy importante conocerla.

--¿Cómo ha cambiado también su visión, tanto de sus personajes como de la industria del porno después de hacer esta serie? Si es que ha cambiado algo.

--MR: En mi caso no. Quiero decir, nuestro oficio o esta industria puede ser muy fría, puede ser muy hostil, puede ser muy cruel también. Y me imagino que en el mundo del porno todos esos aspectos negativos están todavía más acentuados. Pero creo que puede haber bastantes similitudes entre uno y otro.

Martiño RIvas y María de Nati

--¿También hay esas rivalidades internas?

--MR: Claro, eso es inherente. Mi hipótesis, por eso, es que la experiencia de Nacho por la sala Bagdad, donde tuvimos oportunidad de ir, fue muy importante en ese aspecto. Ahí sí se respiraba cierto sentido de comunidad, de compañía, de teatro y de familiaridad y complicidad. Creo que Nacho sí supo trasladar eso a un set de rodaje, que ya te digo, pueden ser lugares bastante fríos y bastante hostiles. Uno de los dones de Nacho es hacer que todo el mundo se sienta cómodo, tener esa capacidad para generar buen rollo y destensar el ambiente. Supo trasladar eso del escenario de la Bagdad a los sets de grabación. 

--Es casi lo opuesto a la imagen que uno tiene de Nacho, que impone sobre todo en sus últimas actuaciones.

--MR: Nacho es un ser tremendamente complejo. Nacho es una persona con muchas capas. Tiene mucho encanto, mucho magnetismo, mucho carisma también.

--MdN: A mí la parte que me llamó mucho la atención de él es la de México, su parte más vulnerable, emocional, ese niño interior que tiene. Que así a priori estamos acostumbrados a ver a un Nacho más salvaje, más testosterónico. Y ver esa parte tan sensible fue muy interesante. Y creo que ver la otra parte, la otra cara de la moneda en esta serie es muy sugestivo.

Martiño Rivas / EFE

--Los responsables de la serie también hablan de cómo esta obra habla del empoderamiento de la mujer, porque hay mucha actriz en el porno con capacidad de decisión y cierto poder y estatus, como es el caso de su personaje. ¿Usted cómo lo ve? ¿Cambia los esquemas?

--MdN: Sí, totalmente. El hecho de interpretar a una mujer en ese contexto, en ese escenario, a veces que puede llegar a ser tan hostil. El hecho de hacerlo desde la fortaleza, desde el pisar tan fuerte, de una manera tan intrínseca en ella, y de valorarse y respetarse tanto, ha sido impresionante y me ha hecho entender muchas cosas también como mujer.

--Pero ¿temen que la serie no sólo sirva para blanquear algunos aspectos de Nacho Vidal, sino otros aspectos del porno muy controvertidos?

--MR: Yo no creo que la solución a nada sea la prohibición. Yo creo que si esa profesión o esa industria está en el punto de mira, lo que hay que hacer es buscar una solución para que se den unas condiciones de trabajo más dignas, donde haya mayor igualdad, mayor justicia. En lugar de evitarlo, mirar hacia otro lado, barrer debajo de la alfombra o hacer como que eso no existe, esto ha de formar parte de la conversación, un diálogo para solventar esas carencias. La serie puede ser importante para que se hable sin tantos prejuicios. Es una forma de garantizar también que se desarrolle a la luz del día, que no se asocie a algo oscuro, underground, al margen de la ley. Sobre todo, porque su consumo está muy generalizado, con lo bueno y lo malo que tiene, y se siguen dando escandalitos y ciertos reparos a la hora de hacer una serie como Nacho. Incluso en una profesión supuestamente tan progresista y tan liberal como la nuestra, ese pudor y esa doble moral también están ahí. Teresa, la productora, contaba que cuando hicieron Fariña, sobre la operación Nécora en Galicia, todos los actores de España, yo incluido, querían participar. Ahora, cuando llegó el momento de hacer una serie sobre la pornografía, ella era la que llamaba y nadie cogía el teléfono. Y yo pensaba, qué curioso esto, de que ser narcotraficante e ir por ahí con fardos de cocaína mola, está bien visto, pero dedicarse a la industria del porno, que te puede generar mayor o menor simpatía, pero en teoría es un oficio que es legal y que cotiza en la seguridad social y que está ahí, eso es un terreno del que mejor no hablar, no meterse ahí. ¿Para qué? ¿Por qué? Eso a mí me daba morbo, el valorar y el cuestionarme por qué había esa respuesta tan diferente ante retratar un mundo u otro. 

--En su caso, María, ¿qué opina?

--MdN: Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice. De hecho, a mí por la calle me dicen que les encanta el personaje que hago en Fariña, y acuchillo al de Luis Zahera y voy vendiendo cocaína y heroína y mato a no sé quién. Y luego te dicen: "¿Cómo vas a hacer este personaje de la industria del porno? ¿Y vas a hacer de actriz porno?". Ahí digo, "aquí hay mucho que contar, mucho de qué hablar". O sea, ¿cómo puede ser así? ¿Cómo puede ser que como sociedad tengamos todo este estigma, estos prejuicios que creo que los tenemos en el inconsciente de hace mucho tiempo? 

--¿Cuál ha sido su el mayor reto respecto a este personaje? 

--MR: El mayor reto fue hacer la serie. Nos encontramos muchos obstáculos y mucha gente muy reacia a que esto se hiciese. Creo que fue el Ayuntamiento de Badalona quien nos prohibió pisar territorio municipal directamente. Había muchas localizaciones que misteriosamente, tres días antes de ir a rodar allí, se caían. Ya no se podía ir. En cuanto se enteraban de que era para hacer una serie sobre Nacho Vidal, todo el mundo escapaba. Nadie quería vincularse, nadie quería asociarse al nombre de Nacho. Nacho nunca ha estado en prisión. O sea, yo creo que para hacer la serie esta de Dahmer no hubo tantos problemas. Tú haces una serie sobre Jack el Destripador y en Londres no te hubiesen puesto tantos problemas como nos encontramos aquí para hacer la serie de Nacho Vidal.