Muchos aseguran que es la voz de una generación. La escritora Leticia Sala ha llegado para describir las preocupaciones de los millennials como nunca antes. Entre la ficción y la autobiografía, la autora lanza Los cisnes de Macy's, su primer libro íntegramente de relatos en el que trata temas como la complejidad de las redes sociales, el desgaste de la amistad, todo lo que queda atrás con las mudanzas y los aprendizajes de la maternidad.
En uno de los escritos, la barcelonesa habla de la importancia del lenguaje en temas como el aborto espontáneo. "Tener que formular la frase 'he perdido un bebé' tenía intrínsecamente una culpa [...] Cuando yo digo que he perdido el móvil es porque soy una despistada, pero no me hagas decir que he perdido un bebé, porque yo no tengo la culpa de estar pasando por eso tan duro", expone la abogada en una entrevista con Crónica Directo.
--Es más conocida por su faceta en la poesía, ¿cómo surgen los relatos?
--En mi primera obra, Scrolling after sex, jugué con introducir un montón de registros y formatos distintos en un mismo libro. Desde pantallazos de WhatsApp, hasta mensajes de mi madre y poemas. Pero también había una parte de relatos que me divirtió un montón. El relato en el fondo siempre ha estado en mí, pero mi segundo libro fue de poemas y en redes también es lo que más comparto, entonces quizás se me ha asociado más a eso. Para este tercer libro me sentí con el pulso y las ganas de explorar por completo un solo género y de alguna forma sentí que los temas que me interesaban abordar me estaban pidiendo un formato más largo que un poema. Yo siempre digo que me gusta que sea el tema el que decida el formato y no al revés.
--¿Son todos actuales?
--Empecé a escribir algunos de esos cuentos en los momentos en los que me apetecía y algunos incluso datan de 2017. He ido recogiendo algunas cosas que había escrito hacía relativamente poco y pensaba que tenían sentido en este libro, y luego ha habido otros que he hecho como un encargo, sabiendo que iba a escribir este libro y pensando en los temas que a mí me interesan, que me mueven algo por dentro y que siento que vale la pena explorar y adentrarse en ellos.
--¿A qué hace referencia el título, ‘Los cisnes de Macy's’?
--Cuando yo estaba pensando en un punto en común en estos relatos que me permitiese encontrar un título que tuviera sentido, pensé que Los cisnes de Macy's contiene dos palabras que son cisnes y Macy's que para mí resumen bastante lo que luego te encuentras en el libro. Cisnes para mí es lo asociado a la simbología, el animal del poeta, algo profundo, y Macy's son los grandes almacenes de Estados Unidos, todo lo opuesto, pero algo mucho más pop, contemporáneo y moderno. Este juego de cisnes y Macy’s es algo en lo que me gusta a mí moverme a la vez a la hora de buscar estilos, referencias e incluso formas de abordar los temas. Me gusta situar las historias en unos escenarios precisos, haciendo menciones a cosas precisas, pero al mismo tiempo siempre hay una profundidad ahí. Para mí, mencionar a Kanye West es perfectamente compatible con estar hablando de algo muy profundo y existencial.
--¿Esta dualidad también le representa en su vida?
--Sí, puede ser. Yo, por un lado, he crecido leyendo desde James Salter hasta Joan Didion, algo más existencial que para mí estaría en la categoría cisnes. Pero luego también me parece súper inspirador el mundo pop que actualmente nos encontramos y no me gusta la frivolidad porque es falso es un prejuicio que tenemos. Puede existir muchísima profundidad en un post de Instagram de Kim Kardashian. Es verlo todo desde algo mucho más global y unitario, y no tanto desde la polarización.
--¿Se demonizan demasiado las redes sociales?
--En las redes existe profundidad y existe frivolidad exactamente igual que en la vida real. En la escala de la humanidad estamos en un nivel muy incipiente de la llegada de Internet y las redes sociales, entonces tendemos a esa polarización. Pero no es así, lo malo y lo bueno coexisten, y me parecía interesante explorar esto a través de la literatura.
--Dice en su libro que los millennials han creado oficios de los hobbies, como podrían ser los influencers o youtubers. ¿Hay prejuicios sobre este tipo de trabajos?
--Venimos de la generación de nuestros padres, cuando existían unos oficios, unas profesiones y unas carreras. A ellos les ha costado mucho romper con ese esquema porque básicamente han crecido con ello. Pero luego con la impronta de las redes sociales se ha vuelto todo mucho más gris en el buen sentido, de pronto se nos han dado unas herramientas que creo que hemos sabido utilizar con bastante ingenio. De ahí se han generado formas de expresión que se han podido monetizar y que por tanto se han convertido en un oficio también. Esto me parece muy válido, existe, hay que normalizarlo, hacer las paces e intentar sacarle el mejor uso posible.
--También hay una parte menos buena de las redes sociales.
--Más que estar enfadado con esa idea, a mí me parece interesante hablar de las partes oscuras que puede tener este mundo, pero no por demonizarlo, sino porque en el momento donde tú pones palabras a sensaciones muy confusas que uno puede sentir, esa sensación pasa al mundo de lo entendible y no se te apodera. Las redes evidentemente han traído cosas muy buenas, pero también han traído bastante neurosis. Me pareció interesante adentrarme con algunos de los relatos a la parte menos verbalizada o cuya definición aún no existe. Puede parecer todo medio frívolo, pero para mí no lo es porque todo esto está pasándole a una generación y supongo que a las que vienen aún más.
--Hay muchos relatos sobre la amistad, más incluso que sobre el amor. ¿Se le da poca importancia a este tipo de relaciones?
--Yo venía de haberme centrado en mi obra anterior en el amor romántico, entonces supongo que en ese sentido me sentía vaciada de ese sentimiento, pero en línea a lo que te decía de ponerle palabras a la neurosis de las redes sociales, pienso lo mismo con la amistad. Estamos muy acostumbrados a decir que tienes un problema amoroso y que el resto te entienda, es muy fácil colocar una imagen de lo que es el desamor, pero en mi opinión, sigue existiendo un cierto pudor a tratar la amistad como algo igual de complejo o incluso más que el amor romántico. Siento que hay mucha facilidad en utilizar el término amigo. Hablar de las partes más oscuras de la amistad, en general, no acaba de ser bien aceptado socialmente porque todos tenemos que ser amigos, pero eso no es así. Estos relatos han venido de estar muy apasionada con ese tema por darme cuenta de las dificultades que implica una amistad sana.
--¿Debería existir el duelo por amistad?
--Absolutamente. Me encantaría que en unos años este debate estuviera más sobre la mesa y estuviera bien pasar duelo porque no te has entendido con una amiga. Me interesaba explorar este tema porque en la literatura y en el cine se le ha dado tanta importancia al amor romántico que, de alguna forma, el dolor en la amistad ha quedado más rezagado. Si está rezagado, la persona se queda confundida por dentro y generalmente no acaba de procesar o ser totalmente sincera con lo que siente y lo acaba viviendo más en el silencio.
--Son relatos que se encuentran entre la ficción y la autobiografía, ¿cómo decide qué parte pesa más?
--El libro está totalmente entre la memoria y la ficción. Por un lado, ha habido algunos relatos que, por la sensibilidad de esos temas, me ha salido directamente plasmar algo que me había sucedido. Concretamente, los que para mí tienen una sensibilidad mayor, que son la pérdida de un embarazo, la experiencia en la unidad neonatal o la hipocondría y la posible enfermedad de una pareja. Estos para mí han sido tratados más autobiográficamente. Los otros, de alguna forma, para transmitir la voluntad comunicativa que yo quería transmitir, la ficción me parecía un canal interesante para navegar y llegar ahí. Me parece interesante porque creo que no es tan habitual que haya un libro de relatos en los que ficción y memoria coexistan tanto.
--En los que hablan de una misma, ¿dónde pone el límite?
--Por ejemplo, el relato de la unidad neonatal, el conflicto que tiene el personaje, que en este caso soy yo, es su pregunta de qué significa ser madre. Cuentas lo que necesitas para culminar la respuesta a esa pregunta que te has planteado al inicio. Siempre es el tema que va a mandar por ahí.
--Ese relato en concreto habla de esas cosas que no te cuentan sobre la maternidad.
--Cuando llegué a la maternidad me encontré con muchas cosas que no se cuentan y me di cuenta de que yo me leí muchísimos libros de maternidad cuando estaba embarazada, pero yo no había leído la experiencia de cómo se sienten unos padres en la uci neonatal cuando tienes que dejar a tu hijo. Probablemente exista, evidentemente, pero yo no llegué a eso. A veces solo falta que te digan que le ha pasado a alguien, a una persona, para que pases por esto con un poco más de paz interior. Decidí escribir sobre ello por si alguien me lee y vive la misma situación, se acuerde y vea que no es el único que está pasando por esto.
--Tuvo un aborto espontáneo y aborda esta temática desde el lenguaje, oponiéndose a la frase “perder a un hijo”. ¿Cómo afecta esto a la persona que lo está sufriendo?
--Yo también soy muy sensible al vocabulario, quizás a otra persona que no piensa en esos términos no le afecta tanto, pero cuando me vi en el momento de darle la noticia a las cuatro personas que se la quise dar, tener que formular la frase de “he perdido un bebé” tenía intrínsecamente una culpa ahí. Luego la gente me decía que no sintiera culpa, pero entonces dame otra palabra para decir esto. Cuando yo digo que he perdido el móvil es porque soy una despistada y pierdo un montón de cosas siempre, pero no me hagas decir que he perdido un bebé, porque yo no tengo la culpa de estar pasando por eso tan duro. Realmente a mí me costó mucho de asimilar. Me pregunto si esta culpa que todas tenemos es una construcción social o es una construcción natural, pero como mínimo estoy segura de que cambiando el vocabulario al menos mitigaremos esa culpa. No sé si la eliminaríamos, pero la mitigaríamos.
--¿El lenguaje se puede cambiar?
--Hay parcelas que por fin están un poco encima de la mesa, como el plural masculino. Son cosas que a las generaciones más antiguas que las nuestras les parece ridículo porque el miedo al cambio hace que a veces las cosas te parezcan ridículas, pero es que todas estas cosas que parecen tan pequeñas acaban siendo enormes. La forma en la que nos comunicamos los humanos es a través del lenguaje, es el hilo entre un humano y otro, entonces ese hilo hay que cuidarlo.