Maialen Gurbindo, más conocida como Chica Sobresalto por su nombre artístico, impulsó su carrera artística gracias a la última edición de Operación Triunfo. No obstante, su trayectoria comenzó mucho antes. Apasionada por la música desde pequeña, la cantante ya cuenta con dos discos en el mercado y prepara el tercero, Oráculo. La carta de presentación es La Estrella, una canción que se mueve entre la nostalgia, los sueños de una niña y la realidad que se encuentra cuando se hace mayor y se da cuenta de que, aunque las cosas no son tan idílicas como soñaba, tampoco están tan mal.
La artista se reencuentra con su niña interior y analiza su recorrido en la industria musical después de su paso por el talent de TVE. "Todavía hay cosas que no proceso. En el momento en el que sales, ves una exposición que no entiendes y es un choque importante para la cabeza", asegura en una entrevista con Crónica Directo.
--Pregunta: ¿Cómo llega 'La Estrella'?
--Respuesta: Me puse a componer al salir de Operación Triunfo y después me encontré bastante bloqueada. Intenté buscar algo que me sacara de lo de siempre y le pedí a Diego de Veintiuno que me diera clases de piano. Compuse una de las canciones y en cuanto la tuve lista me di cuenta de que estaba comenzando un proyecto. Siempre tienes ese bloqueo y pánico de no volver a hacer cosas que molen. A raíz de esa ansiedad y de estar pensando más hacia fuera que hacia dentro, en componer algo increíble que le encante a la gente, escribí la primera frase de La estrella que es: “De vez en cuando me pregunto si sigo componiendo para mí o para el resto”. Hilando un poco con la terapia que estaba haciendo, unos viajes que hice con mi psicóloga a la Maialen niña para ver qué le pasaba y sus miedos, surgió la canción.
--¿Cómo vivió ese bloqueo?
--Me di cuenta de que iba a perder el norte y de que iba a ser tremendamente infeliz. No sé hacerlo de otra manera. Nunca me he puesto a componer aposta, solo he hecho una canción por encargo, y tuve que pedir ayuda. Creo que lo mejor que tengo es que hago las cosas con alma, porque no soy súper buena instrumentista ni sé muchísimo de armonía. Confío en que luego eso se nota y creo que no puedo perderlo porque es lo único que tengo. Mi psicóloga me preguntó si quería hacer canciones o gustar. Es una línea muy delgada dentro de esta industria y está claro que si no le gustas a nadie tendrás que trabajar en otras cosas. La guitarra y mis composiciones no me las puede quitar nadie y lo peor que puede pasar es que vuelva a otro trabajo que no me guste tanto como este. Y eso no es tan malo. Hay que hacer lo que a una le apetece y resulta que la gente conecta de repente cuando haces eso.
--Dice en la canción que quería ser como Madonna o Shakira. ¿Lo sigue pensando?
--Mi camino es intentar no fijarme en cómo lo hace el resto de gente a no ser que sea para aprender cosas e incluirlas en tu movida. Eso es algo que me encanta y que hago todo el tiempo. Pero no puedes comparar tu carrera con la de nadie porque no se van a parecer.
--¿Cómo ha sido reencontrarse con la Maialen niña?
--Creo que me he dado un abrazo a mí misma que necesitaba. He sanado heridas mías sacando una canción muy luminosa. Esa necesidad de pequeña de ser especial de alguna manera. Yo soñaba mucho con ir a un programa de la tele a los que iban niñas y niños y petarlo, ser una adolescente prodigio, ser Hannah Montana o Justin Bieber. Esas cosas que nunca ocurrieron y que no eres más especial porque sucedan. Ese abrazo necesitaba dárselo y ha sido muy bonito y sanador.
--¿Shakira y Madonna fueron sus referentes?
--Me aficioné a la música porque a mi padre le gusta mucho y es verdad que me ponía un poco de todos los géneros: desde música de autor de Sabina, a Mecano, Madonna, Shakira y Vivaldi. Para mí todo era la misma cosa. Recuerdo que una vez le pregunté a mi padre dónde vivía Shakira y Vivaldi. No entendía. Pensaba que Shakira, Madonna y Vivaldi podían echarse una caña tranquilamente. Esa inocencia es súper bonita.
--Habla de que en su época no había muchos referentes femeninos en la industria. ¿Ahora sí?
--Estamos en el camino, pero todavía no está hecho. Siempre pongo el ejemplo de Ginebras porque me gustan mucho. Si una niña las ve, entiende que puede tocar cualquier instrumento, hacer lo que quiera y ponerse lo que quiera. Todavía queda muchísimo por hacer porque la diferencia en el porcentaje en festivales de hombres y mujeres todavía es abismal, ya por no hablar de colectivos como el trans. Son espacios que literalmente se nos han robado porque nos pertenecían y que todavía queda. Es como si tienes un jardín, le echas mucha mierda encima y luego quieres plantar flores. No se puede. Primero hay que quitar toda la mierda, poner la tierra bien y sembrar. Estamos en el camino, pero son muchos años de habernos tirado mucha mierda al jardín.
--¿Cómo se puede mejorar?
--A veces no te das cuenta de vivencias de otras personas hasta que conoces su historia. Yo lo cuento desde el sentido de ser música y mujer. Hace un tiempo tuve la suerte de ir a dar una charla Ted y había una chica de descendencia China, pero nacida en Cádiz. Ella cuenta su historia y de repente entiendes también su visión, cómo ha vivido ella sin tener referentes, sintiendo que tenía que elegir entre dos identidades. Yo cuento mi historia porque es la que he vivido, pero entender otras te da una visión de la vida mucho más amplia, te ayuda a ser más respetuosa y a entender a otras personas que no son el estándar.
--En la canción habla de la música como un sueño. ¿Cuántas veces le dijeron que buscara un plan B?
--Un poco todo el rato. Te llega ese mensaje por todas partes. Yo hice Bachillerato de Artes Escénicas porque se empeñaron. Por lo menos molaba porque había música, pero se trata de trabajar aquello que te guste y se te da bien. No vas a hacer más mates porque se te da peor, es un absurdo. Todo el rato te enfocan a qué tiene más salidas o en qué se cobra más, pero nadie te pregunta qué narices te gusta a ti hacer. Yo tenía súper claro lo que quería y muchas veces no iba a alguna clase porque cogía la guitarra y me pasaba la hora tocando. Era algo que entre comillas estaba mal, me tenía que esconder para hacerlo y me iba a traer problemas. Al final elegí la carrera de Psicología por hacer algo, porque te dicen que tienes que tener un plan B. La realidad es que la música es un plan difícil de compaginar con un plan B. Yo finalmente me puse a cuidar niños y limpiar porque me permitía luego ir los fines de semana a tocar y tener la cabeza más libre. Decidí que iba a ser mi plan A y mi plan B sería volver a dedicarme a lo que estaba haciendo antes, que no pasa absolutamente nada. Lo peor que puede pasar no es tan malo porque yo no era infeliz haciendo el trabajo que hacía antes.
--¿Hubiera avisado de algo a la Maialen niña?
--Enseguida a los niños y niñas les rompemos esa magia, pero la vida siempre se encarga de que después te des cuenta. Yo crecí en una familia que iba regular a nivel económica y yo ya veía que había que trabajar duro. No me hacía falta que me avisaran porque era mi realidad. Me fui de casa relativamente pronto y empecé a pagar mis cosas como podía. No me hubiera gustado que nadie de pequeña me hubiera quitado esos sueños y me hubiera hablado de la realidad. Cuando te toca lo haces porque no hay otra. Yo iba a hacer la compra con una calculadora cuando preparaba mi primer disco y no era infeliz tampoco.
--Prepara su nuevo disco, 'Oráculo'. ¿Qué mostrará?
--Lo que más ilusión me hace es que es un disco muy libre. He conseguido compaginar un concepto con ser totalmente libre a la hora de componer y hay un poco de todo. Me daba miedo que perdiéramos la magia después de hacer Sinapsis tras salir de OT y estando súper arriba a nivel de exposición. Nos hemos quitado un peso de encima y estoy muy contenta.
--¿En qué momento se encuentra el álbum?
--Nos faltan algunos coros y las colaboraciones. En principio, si todo va bien, en la primera mitad de 2023 estará.
--Tras dos años de 'Operación Triunfo', ¿ya ha procesado su experiencia?
--Todavía hay cosas que me parecen raras. Me acuerdo de algunos momentos y se me cortocircuita la cabeza. Es verdad que me siento más en mi camino ahora. Se desinfla ese sueño, que es efímero, pero que te lo has ganado, porque parece que cuando vas a un programa así significa que te lo han regalado, pero tú has pasado un casting muy complicado. Yo tengo la suerte de que me dijeron que sí, pero si yo llego a ir al casting y no hubiera compuesto nunca o no hubiera tenido mi disco, quizás no me hubieran dicho que sí. Hay un trabajo previo. Pero todavía hay cosas que no proceso. En el momento en el que sales, ves una exposición que no entiendes. Y eso que yo no salí con una exposición como Amaia o Aitana. Aún así es un choque importante para la cabeza.
--¿Cómo lo vive ahora?
--Si eres triunfita, el mensaje es que, como has subido, bajas, que las carreras son exponenciales y que en dos días no se acuerda de ti nadie. Ya lo sé. Tonta no soy y voy a seguir currando todo lo que pueda. Para mí no es un insulto que pregunten quién soy porque mucha gente no lo sabe, obviamente. Pero vas con miedo porque quieras o no hay una voz chunga en tu cabeza que te dice cosas feas. Tienes que intentar que gane haber hecho las cosas con cariño y estar tranquila con el trabajo que has hecho.
--Dentro de poco se celebrará la nueva edición del Benidorm Fest. ¿Participaría?
--No se me pasó por la cabeza porque no tengo nada que crea que puede encajar allí. Es un lugar en el que hay diversidad de estilos, todo puede pegar, pero no tengo una propuesta que me vaya a hacer sentirme cómoda allí. Lo que yo tengo ahora con mi banda lo veo muy de directo y me parece perfecto para lo que yo hago, pero no para el Benidorm Fest. No descarto que un año tengamos una presentación y un mensaje que nos mole en un lugar con un altavoz tan grande.