Asier Etxeandía (Bilbao, 1975) no sólo es un chico UPA o Almodóvar, es un actor de teatro de raza aunque no le hace ascos al cine ni a lo que sea. Aunque últimamente le toquen papeles "de perturbado", dice ser lo opuesto, pero una vez más se planta en nuestras pantallas con un personaje, cuanto menos, complicado.
En Asombrosa Elisa, el intérprete hace de la pareja de Silvia Abascal, actriz con la que hacía tiempo que quería trabajar y por la que aceptó el papel. Ambos callan más de lo que dicen. Ella, frustración, pasión y mucho poder. Él, culpa, una culpa que apenas le deja querer.
Culpa y Sitges
La película de Sadrac González-Perellón es una especie de drama psicológico con toques pop e imágenes que beben del cómic que sigue a una niña que, tras la muerte de su madre, cree tener poderes. Un vehículo perfecto para un actor que no admite etiquetas.
El film presentado en el Fantastic fest de Austin y el festival de Sitges se puede ver en los cines desde el pasado 14 de octubre, un motivo perfecto para hablar con uno de sus protagonistas, Asier Etxeandia, encantado de participar en el certamen catalán: “Me gusta mucho Sitges., Estuve una vez con La novia y es una maravilla, tiene buena atmósfera y muy buen rollo”.
--Pregunta: ¿Cómo definiría 'Asombrosa Elisa'?
--Respuesta: Es complicado y ahí está precisamente su valor. A mí de hecho las definiciones me tocan bastante las pelotas. En el cine hemos de ir hacia la no definición y tirar a la identidad y Sandrac lo tiene. Tiene algo de thriller psicológico, de arte, no sabes cómo sacrificarla. Es una película de actores, porque sin poder contar el dolor de estos personajes, sin un trabajo previo profundo no se podría transmitir. Está lejos del fantástico por eso.
--Es incluso muy teatral.
--Puede ser, también por los espacios cerrados.
--¿Qué podríamos contar de la película sin hacer spoilers?
--Sí, no se puede contar nada porque todo es un spoiler en esta película (bromea). Te puedo contar que lo que más trabajé es la relación con Sílvia, es decir, la de Úrsula y Hector. De dónde viene la pareja y cómo eran antes de lo que le pasa, que era una mujer empoderadísmia, libre, con muchísimo poder e iniciativa, que manejaba la vida de los dos. Él se dejaba manejar feliz como su musa y reina. Él lo que tiene ahora es una culpa tremenda y tiene muchos problemas de cómo vivir y cómo estar en esta vida. Es un hombre que si no tuviera su arte no sabría ni cómo relacionarse con el resto del mundo, es bastante encorsetada y después de lo ocurrido aún más., incluso de su propia mujer.
--La culpa tiene una fuerza muy importante.
--La culpa es una losa que no le deja ni respirar. Ver a una mujer con tanto poder que destroce la vida a alguien y que sea tu amor... Se trabaja también esa pasión que yo no existe por su parte porque la culpa no le deja, como no le deja hablar con la gente.
--Se habla poco también de este tipo de traumas
--La psicología es muy importante en esta película., Un terapeuta podría haber escrito el guión. Tiene mucha relación con la salud mental. Ese mundo imaginario que tiene son paralelismos emocionales, cómo ella piensa que tiene poderes.
--¿Diría que su personaje es de los menos torturados de su carrera, pese a todo?
--Son todos muy diferentes. Sandrac me dio la posibilidad de elegir el papel: el padre o Héctor. Iván está soberbio, pero Héctor era muy diferente a lo que había hecho antes, incluso muy alejado de mí, que soy bastante para afuera. Es un ser encorsetado, con un gran mundo interior y una bomba a punto de explotar continuamente pero una imposibilidad muy grande. Es completamente recto, busca la perfección en su hogar, en su obra, en su actitud.
--¿Es usted así de perfeccionista?
--Creo que es necesario, sino dedícate a otra cosa. Aunque confío mucho en lo que me da mi compañero. No hay que estar excesivamente concentrado y estar despierto y atento. Silvia me dio mucho. No siempre tienes la oportunidad de tener a una actriz, a una compañera como Silvia, nos hemos dado mucho. Ha sido un partido de tenis entre los dos.
--Eso es, ¿cómo ha sido el trabajo con ella?
--No había más que mirarla y estar con ella para que te entrara todo lo que tenías que hacer y volar y dejarte volar. Es una actriz maravillosa, con mucha potencia. Hacía tiempo que teníamos ganas de trabajar juntos. Yo no conocía a Sadrac y dije que sí para trabajar con ella, por fin. Creo además que está en un momento personal crucial y lo que hace con Silvia es increíble.
–¿Y a usted no le apetece hacer un personaje más relajado?
--Los he hecho, pero recientemente no me tocan. Últimamente sólo me ven cara de perturbado y con mucho trauma detrás. Fíjate, con lo pavo que soy (ríe). Casi todos son hijos de puta, trastornados, pero es interesante que me ofrezcan personajes con tantas aristas.
--¿Qué lo llevó hasta aquí?
--¿A ser actor? No tenía otra salida en mi vida. Yo he querido ser artista desde que tenía uso de razón. No sé hacer otra cosa ni me interesa demasiado. Me interesan mucho las emociones y ser un canal para transmitirlas. Mi vida tiene sentido cuando hago lo que hago. Si no pudiera hacer mi trabajo no sé si tendría mucho sentido mi existencia
--Pero canta también
--Es lo mismo, sigo siendo un canal. Con mi música tengo la oportunidad de poder cantar mis canciones, de contar lo que quiero, hacer mis letras. Eso es otra forma de expresar, de transmitir, de no estar solo, de compartir. Esta profesión tiene que ver con hablar del dolor del alma humana y de la tierra. Eso hace que la vida tenga sentido.
--¿Se vería escribiendo teatro también?
--Lo que más he hecho ha sido teatro y me gustaría dirigir. Me gusta, sólo he dirigido mis propios videoclips, también con un mundo interesante (se sonríe). Eso me ha dado pie a abrir una ventana de querer contar historias. Siempre estoy buscando fórmulas para contar historias. Sea con la música, la danza, la performance, el audiovisual, es interesante para poder transmitir y conmover. Al fin y al cabo eso es el arte, conmover.