El flamenco no tiene fronteras, y así lo están demostrando los nuevos proyectos musicales del género español. La cantaora onubense Rocío Márquez y el productor jerezano Santiago Gonzalo, más conocido como Bronquio, se han unido en Tercer Cielo, un proyecto que fusiona el folclore y la canción popular más tradicional con la música electrónica más cruda. 

En este álbum tienen cabida estructuras rítmicas, líricas y melódicas de bulerías, rumba, pregón, seguiriyas, tangos, debla y verdiales, entre otros, desde diferentes estilos de la música electrónica, como el techno y el UK garage. Asimismo, cohabitan las referencias poéticas de San Agustín, Federico García Lorca, Miguel de Unamuno y Antonio Mairena con letras de autores contemporáneos como Carmen Camacho, Macky Chuca, Luis García Montero y Antonio Manuel.

--¿Cómo surgió su colaboración en un proyecto?

--Bronquio: En el anterior disco de Rocío, Visto en El jueves, había una rondeña y me llamaron de su discográfica para hacer un remix. Para mí era un reto porque nunca había trabajado con elementos tan puramente flamencos, pero el resultado nos gustó mucho a ambas partes y decidimos a raíz de eso quedar y ver si se iba a quedar en algo casual o si verdaderamente esta comunión tenía más desarrollo. Quedamos sin ningún tipo de pretensiones, simplemente para hacer música y, dependiendo de lo que surgiera, ver qué naturaleza iba a tener el proyecto. Al final optamos por lo más clásico que es disco y gira.

--¿Qué es el tercer cielo?

--Rocío: Es el viaje que hemos ido haciendo. El primer cielo está cuando, en mi caso, descubres el cante, la música y te das cuenta de que es lo que quieres hacer. El segundo cielo ya es cuando lo compartes, estás en un escenario y no solo proyectas algo al público, sino que también se te devuelve esa proyección en la forma que sea. Y el tercer cielo es soltar los dos anteriores, reconectarte quizás con el primero y simplemente jugar.

--¿Se encuentran en el tercer cielo?

--Rocío: Lo bonito ha sido que el proceso se ha ido dando. Desde la primera vez que quedamos en casa teníamos un contexto especial. Era en pandemia, no teníamos conciertos y teníamos muchísimas ganas de hacer música y de sentirnos vivos. Lo teníamos todo a favor, a pesar de lo dura que era la situación. Yo vivo en el campo y ahí no molestaba a nadie. Se venía Santi durante semanas y así íbamos probando y enseñándonos cosas. Algo que me llevo de este proyecto es todo lo que he aprendido y que esté dentro de mi imaginario cosas que antes desconocía por completo. Eso es algo que enriquece mucho, te abre la mente y te da nuevas posibilidades. Yo diría que de momento estamos habitando ese tercer cielo. También es importante aceptar que para estar en ese tercer cielo hay que abrazar todos los colores y las capas.

--Bronquio: La metáfora del tercer cielo habla del juego y la despreocupación en el mejor sentido. Está claro que ahora lo seguimos habitando, pero sobre todo ha tenido que ver con todo el proceso de creación del concepto de la música, incluso de la grabación de los instrumentos y de las voces. Ahora estamos defendiendo este terreno que hemos habitado que nos ha dado tanta libertad y despreocupación.

RocÍo Márquez / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

--Revisitan el folclore, ¿por qué ir hacia atrás?

--Bronquio: Es un retorno que se está dando mucho a nivel generacional y a nivel cultural en España. No solamente son las propuestas de los artistas, sino que también el público parece que lo recoge de puta madre. Hemos estado tanto tiempo pendientes a lo de fuera, el proceso tecnológico, la globalización e Internet, un poco ignorando lo que en un principio nos han impuesto por las limitaciones que teníamos a la hora de escuchar música en el pasado de nuestro país. Hemos mamado tanto de tantos sitios que nos hemos desdibujado y despersonalizado. Parece que está llegando la época en la que estamos echando la vista atrás y dándonos cuenta de que lo que tenemos aquí es una carta de identidad que ninguna otra persona en el mundo puede tener. Aquí en España, con el flamenco, hay una identidad y una representación artística súper especial, única y verdadera. Lo único que faltaba era coger todo lo que había, darle una vuelta y adaptarlo a la manera de pensar, de sentir y de escuchar de la gente de ahora para reencontrarse.

--¿Les ha costado hacer la fusión?

--Rocío: Es sorprendente lo que ha fluido y lo fácil que ha sido. No me podía esperar que fuera tan bonito el proceso y que lo disfrutáramos tanto. Además de mucho aprendizaje y de mucho permiso, de descubrimientos fuera y dentro, tenemos un punto de vista en lo musical bastante parecido. Desde el principio sabíamos que a nivel artístico tenía que haber mucha comunicación y, por supuesto, si alguno de los dos no quería tirar por ciertos caminos, lo decíamos. Pero no se ha dado.

Bronquio: Ha sido un disco fácil por el ánimo de los dos de abandonar la zona de confort. Y después también era fácil porque, como teníamos todo el tiempo del mundo, no había presión.

Rocío: Muchas veces las tensiones que se producen tienen mucho que ver con las expectativas que nosotros mismos nos ponemos o que las circunstancias nos están poniendo por delante, como los plazos de entrega, que te hace tener que mirar muy fijamente a un punto claro al que llegar en cierto momento. Aquí no estaba y era todo más necesidad personal y artística.

--Rocío ha dicho que sintió vértigo al lanzase con este proyecto, ¿cómo lo ha gestionado?

--Rocío: Para mí esto ha sido un trabajo personal que tenía la necesidad de hacer. Es un regalo porque realmente he podido tomar conciencia de cuáles son las creencias que pueden llegar a limitarme má y la necesidad de priorizar lo que estoy sintiendo en cada momento por encima de lo que se pueda pensar acerca del trabajo que estamos haciendo. Es curioso, porque justamente ese vértigo del que yo hablo es lo que me mantiene con ilusión y es lo que busco. Te diría que cuando he perdido ese vértigo es cuando también he perdido las ganas de cantar. Lo que espero es que nunca lo pierda y que siempre encuentre proyectos y personas que me lo despierten.

--¿Existe algún punto en común entre el flamenco y la electrónica?

--Bronquio: Un montón. La más evidente es la fiesta, que eso es algo que ya desarrollaron en su día Niño de Elche y Pablo Peña en RaVerdial. Un verdial es una música de los pueblos de Málaga donde la gente va a emborracharse y se droga, y esa definición podría ser una fiesta en Berlín perfectamente. Los elementos y los códigos son distintos, pero las intenciones son las mismas. Después también la crudeza. Me di cuenta también de que esa crudeza en los elementos sonoros y ese toque primitivo que tienen todos estos palos del flamenco tiene mucho que ver también con el tipo de sonido que se utiliza en la música industrial y en el UK Garage.

Bronquio / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

--¿Qué mensaje general tiene el disco?

--Rocío: La libertad y el permiso. Vivimos en un momento en el que nos cuesta hablar de los momentos más difíciles. Parece que esté mal tocar fondo y de las crisis es donde realmente pueden surgir los cambios. Que todo eso tuviera cabida en el mismo espacio y estuviera presente tocando el tercer cielo es quizás el mensaje.

Bronquio: Más que un contenido explícito, es una declaración de intención a través de las formas en la que hemos compuesto las canciones, la forma en la que ella canta, en la que procesamos la voz. Es la libertad de moldear la forma del disco como hemos querido.

Rocío: Hay un montón de aristas, de capas, muchas pieles, no sé cuántas transiciones mientras va mutando la piel y va cambiando el cuerpo.

--Hay referencias a García Lorca, Miguel de Unamuno y San Agustín, entre otros. ¿Qué inspiraciones han tenido?

--Rocío: Fíjate que en las letras ocurre igual que en la música y en el arte. De repente, aparecen San Agustín, Lorca, Unamuno, algo de Santa Teresa, pero también algunos escritores actuales, como Luis García Montero, Antonio Manuel. Hay otras letras que no fueron poemas que habíamos leído, sino que fueron por encargo, como el caso de Carmen Camacho, que además es la que luego limó todo y pulió la parte literaria. La idea es que convivan cosas más antiguas, con otras actuales y otras nuestras. Incluso que todo eso se dé la mano y el tiempo desaparezca.

--Hablan mucho de la naturalidad y, siendo un trabajo tan experimental, parece más complejo de la sencillez que exponen.

--Rocío: Claro, ha habido mucha búsqueda. Realmente todo esto va surgiendo y te vas dando cuenta. El secreto de este trabajo ha sido el tiempo, la calma y el permiso. Ahora los artistas hablan mucho de búsqueda, pero no siempre se acierta. Cuando tienes la posibilidad de descartar porque tienes tiempo, entonces sí que te permites esa búsqueda. El disco es algo elaborado, pero más desde la prueba. Es como cuando pintas sobre acuarelas, que hay un punto en el que hay que confiar que, cuando el agua cae, hay parte de magia que puede convertirlo en algo sublime o puede convertirlo en una mamarrachada. Hay una parte que también es de entrega, tú buscas y habrá cosas que quieras dejar y cosas que descartes.

--¿La manera de que el flamenco permanezca en el tiempo es con la experimentación?

--Bronquio: No tiene que ser una sustitución de lo que hubo antes, no es tomar el relevo, sino que son dos vías que conviven. Ya sabemos que siempre hay a nivel histórico un encuentro y desencuentro entre el pasado y el supuesto futuro del flamenco. Es una manera de que la música siga viva y también propuestas que se están haciendo para mí son una puerta. Si me siento identificado a nivel de discurso con este sonido que me están ofreciendo las nuevas propuestas, para mí es una puerta que antes no sabía que existía de ver de dónde viene eso y rescatar cosas que de otra manera no me habrían llegado nunca.

RocÍo Márquez y Bronquio / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)

--¿Cómo van a trasladar todo el disco al directo?

Rocío:  El directo es habitar el cuerpo y el espacio de una forma totalmente diferente a lo que yo había hecho y me parece que entra perfectamente en comunión con lo que está ocurriendo a nivel musical. A mí me daba mucho miedo que ahí se abriera una brecha. Si estamos jugando con voces y permitiéndonos a nivel sonoro algunas cosas, no tenía sentido que yo estuviera sentada y quieta. Está siendo un viajazo. Tengo la sensación de que es algo muy vivo y le hemos dejado espacio. Aunque el repertorio del tercer cielo está cerrado, hay muchos momentos en los que funcionamos por señales e improvisación. Ese vértigo le da esa posibilidad de vida y de ir viendo por dónde va caminando.