Malena Alterio regresa al teatro, con Los que hablan. Lo hace en el Teatro del Barrio, donde empezó con esta pequeña obra de Pablo Rosal en la que comparte protagonismo con Luis Bermejo.
La obra, como recuerda la actriz, es de una producción “fácil”. “Requiere sólo de una silla y una mesa y dos actores”. ¿Qué hacen? Hablan. Hablan pero apenas se comunican.
Palabras y vacío
“El director dice que somos dos jarros vacíos que se llenan de conversaciones”. ¿Pero qué se dicen en ellas? Poco o nada. El vacío de la comunicación se hace patente y evidente en un encuentro físico, algo que en tiempos de redes sociales y pandémicos --como cuando se estrenó la obra-- parece imposible.
Una de las pruebas más evidentes es una pregunta que todos decimos y que a los personajes le suponen un gran conflicto: ¿cómo estás? Dos palabras que se tornan un conflicto, un motivo de silencio, en ocasiones, y de verborrea vacía en otras.
Conversaciones
“La obra plantea que hay gente que no calla porque no soporta el silencio y hay que continuar y contestar rápido, con palabras desafectadas y vacías de contenido y de alma, tal vez”, reflexiona en voz alta.“Si pensamos realmente cómo estamos no es tan fácil contestar”, subraya
Tal vez por eso, pese a todo el humor que trasciende la obra, la palabra comedia se le queda pequeña. “Es una paleta de las infinitas posibilidades que plantea la conversación, el hablar, el conectarnos físicamente”, añade Malena, antes de confesar lo que puede ver el espectador: “Tiene muchas capas”.
Montaña rusa
Ni tan sólo su personaje tiene definición, ella misma lo admite. “Hay que verlo” para descubrir “una flor rara, bella y divertida, donde dos seres extraños tratan de comunicarse como buenamente pueden, trayendo conversaciones que han ido escuchando a lo largo de sus distintos caminos”.
“En esas se debaten” actor, actriz y personajes. “Es una montaña rusa de palabras y de conversaciones divertidas con mucho ritmo”, lo que hace que “la gente se lo pase pipa”.
Dificultades
La intérprete llegó al proyecto “a través de Luis, que se había enamorado del texto de su autor y director, Pablo Rosal. Andaban buscando el segundo personaje, dieron muchas vueltas y, afortunadamente cayó en mis manos y acepté esta osada invitación a pertenecer a este grupo tan loco, divertido, maravilloso e inteligente”, recuerda.
No fue fácil tampoco enfrentarse al texto de buenas a primeras. “Si bien es cierto que no entendía muy bien qué pasaba en el texto me atraía cada vez más, ahí me embarqué”, señala. Desde entonces, hace ya casi dos años, ha ido y vuelto al texto y a las tablas.
El regreso
El periplo de Los que hablan empezó en el Teatro del Barrio de Lavapiés, en Madrid, fue de gira por varios rincones de España, regresó a la capital la temporada 2020-21 en el Teatro La Abadía y, ahora, vuelve al origen, todos los miércoles de junio.
“Es como volver a casa, volver a divertirme, al barrio. Y trabajar con Luis es una maravilla. Siento que la obra es como un vestido que uno tiene en el fondo del armario que siempre te lo puedes poner”.
Teatro y películas
La intérprete no puede estar más feliz. Por mucho que vaya de arriba para abajo cargada de ofertas, Los que hablan la atrapa y tiene la intención de que siga sucediendo así. “Para mí es un proyecto que no quisiera perderlo y tengo la ilusión de mantenerlo en el armario, porque no pierde vigencia”, remata.
No ha vuelto a él antes porque estuvo de rodaje. “Lo he combinado con rodajes de cine, como la adaptación de la novela de Juan José Millás, Que nadie duerma, a las órdenes de Antonio Méndez Esparta, un director español que vive en Estados Unidos”, adelanta. Este regreso “es una alegría” para ella.
El personaje de Belén
Además, Malena ama el teatro. Nunca lo ha dejado, siempre lo tiene allí y lo alterna con sus proyectos de cine y televisión. En este último medio, fue donde su fama estalló gracias a su mítico papel de Belén en Aquí no hay quien viva.
El personaje lo recuerda con cariño y sí, le marcó, "en la medida en que pasé de ser anónima a ser popular y me abrió puertas a hacer otras cosas", confiesa. Poco más.
¿Encasillada?
Son muchos los que la tienen enmarcada en un papel cómico, pero el teatro y el cine la han puesto en muy diferentes tesituras. "Me han propuesto cosas muy dispares. Tanto en teatro como en cine he podido transitar por distintos lados. Otra cosa es la cabeza de las personas y que me tengan ubicada en el personaje de Belén, pero eso ya no es cosa mía", recuerda.
En este sentido, Alterio, desmiente cualquier posibilidad de encasillamiento. "En lo personal, no me siento para nada encasillada", sentencia. De hecho, bromea con que ahora va "de vendedora de películas”, aunque reconoce: “ese es mi oficio".
Mucho cine
No es para menos, se le han acumulado tres estrenos seguidos. Por un lado, el 20 de mayo estrenó Espejo, espejo, una comedia multicoral con Santi Millán, Carlos Areces, Carlos Bardem y Natalia Molina entre muchos otros. Le ha coincidido con Toscana de Pau Durà y “a finales de mes, principios de julio” se estrena Mamá no enRedes de Daniela Féjerman.
El resumen puede ser que Malena Alterio es una actriz infatigable. Son muchos los que piensan que de casta le viene al galgo. Tener a Héctor Alterio como padre marca. La prueba es que sus hijos están en el medio.
Vía de escape
La actriz por eso no es que lo tuviera claro del todo, pero le picó la curiosidad.”Yo empecé en esto como una necesidad vital. Me hacía muy bien y encontré mi sitio donde expresarme, divertirme, hacerme pensar, trascenderme…” y sí, “también un poco por herencia familiar”.
Cuando se animó fue porque su hermano, Ernesto, se apuntó a teatro y ella se tiró a la piscina. “Lo hice como juego, sin ninguna pretensión ni ambición de ir a Hollywood, por ejemplo, sino para buscar mi camino. ¡Y lo encontré o él me encontró a mí! ¡No lo sé!”.
No le ha ido nada mal. Se ha convertido en una de las actrices más queridas de este país. Claro que ella se quita méritos o, al menos, los encara con modestia. “Afortunadamente, me ha ido bien y he hecho cosas que me han gustado”, sentencia.