Samantha Hudson genera odios y amores apasionades desde que saltó a la fama con tan sólo 16 años. Pese a todo lo que pudo suponer eso, se ha hecho un hueco en un mundo musical, underground, televisivo…
Está en todas partes y nunca deja indiferente. Acaba de sacar su primer disco, Liquidación total, acude al Sonar 2022 y antes pasará por el festival Horteralia de Madrid. Con toda esta agenda tan apretada, Crónica Directo ha conseguido poder hablar con ella sobre su carrera. Eso sí, mientras encurte una cebolla.
--Pregunta: ¿Cundió su paso por ‘Masterchef?
--Respuesta: La verdad es que cuando me echaron me apuntó a unas clases para ver si me repescaban, pero no hubo manera la verdad, pero aprendí a encurtir cebolla muy bien. Por lo menos algo bueno tenía que sacar
--¿Cómo recuerda esa experiencia?
--Muy breve y divertida.
--Y de la tele, al cine con las Goya y los Guadí, ahora se va al festival Horteralia. ¿Se considera una hortera?
--Me considero hortera pero como decir que eres maricón, tú no eres maricón porque quieras serlo, sino porque alguien te ha dicho que eres maricón y no te queda más remedio que reivindicarlo porque llevarle la contraria al mundo es muy difícil y muy cansado. Yo creo que tengo mucho estilo y mucha clase, pero esa es una opinión mía, particular. La etiqueta en la que más cuadro y encajo es hortera y, en vez de llevarle la contraria a todo el mundo e intentar demostrar que lo más hortera que existe son los ejecutivos que van en el AVE con el traje y la corbata, paso de pelearme y darme golpes contra la pared: soy hortera. Y aquí estoy, pelando una cebolla.
--¿Y como va a ser la actuación? ¿Va a colaborar con algún otro invitado?
--No lo sé. Yo en el disco tengo colaboraciones con Samantha Hudson y La Dani, una reguetonera muy divertida y libidinosa de Málaga, pero no sé si van a venir. Y si vinieran tampoco te lo diría porque no sería sorpresa. Y cantarme algo con María Jesús y su acordeón me parecería lo máximo, a ver qué pasa en los camerinos. Haré el show que llevo haciendo este tiempo en Liquidación total y quién sabe si alguna sorpresa.
--¿Cómo saca el tiempo para llegar a todo?
--A veces no me lo planteo. Soy una virgo empedernida que necesita estar todo el tiempo ocupada para sentirme eficiente. Sé que es un problema común de la lógica capitalista, pero bueno, algún problemón debía tener. Soy una workaholic de tomo y lomo.
--Ni que lo diga: los premios Guadí, los podcast, 'Liquidación total'… ¿Cree que es imposible que nadie la conozca?
--No lo sé, porque debería preguntarle a todo el mundo y no tengo ni tiempo ni ganas. Estoy en un buen momento y más que famosa yo me considero popular, básicamente porque me empeño en seguir viviendo como si estuviera en el instituto, y en el instituto no hay gente famosa, hay gente guay del Paraguay. Yo creo que soy guay del Paraguay, la choni repetidora de nuestra época. Hay mucha gente que todavía no sabe quién soy, porque, aunque haya estado en el mainstream sigo teniendo un puntito underground. Lógicamente hay gente muchísimo más underground que yo, por eso soy la reina de los bajos fondos. He llegado a mi target querido y soñado que son las señoras, los maricones, las chicas majas y la gente no binario. El resto del mundo me suda el coño.
--Habla de que sigue en la época del instituto. Allí nació Samantha Hudson, ¿cómo fue ese proceso y esa posterior repercusión?
--Yo vivía una fantasía adolescente y estaba enclaustrada en mis delirios de grandeza. Era fan de Lady Gaga y Madonna y cuando la gente que admiras llevan al pie de la letra lo de renovarse o morir, una vez cambié de instituto puse en práctica lo que me habían enseñado mis maestras. Pensé: aquí no puedo entrar como Iván González, siendo el mismo muchacho que antes, tengo que buscarme un nuevo nickname. Llegué al instituto a todo plan y llevé la performance a la máxima potencia aquí estoy a día de hoy, una travestorra de los pies a la cabeza.
--¿Le sorprendió? ¿Cuándo fue consciente de su impacto?
--No era consciente de nada, cuando te metes en líos en tu adolescencia no lo piensas así, te crees la más molana de tu clase. Ya me creía una superestrella y ahora en la prensa de Mallorca y de España ocupo algún titular. Eso, para una niña quiere vivir su fantasía de ser Hanna Montana, es un caramelo envenenado. Por un lado, me vino muy bien, porque sino no estaría donde estoy hoy en día; y por otra, me jugó una mala pasada porque no sé si con 16 años es la mejor etapa para saltar a la fama y que te acribillen los medios de esa manera. Quizás no estaba preparada, pero bueno, tiré para adelante y me apañé con lo que tuvo, que es lo único importante en la vida, hacer lo que puedas con lo que tienes.
--¿Tuvo que recibir ayuda de psicólogos para afrontarlo?
--¿¡Qué psicólogo!? No era consciente de que lo que estaban haciendo estaba fatal, pero a mí nunca me sentó fatal. Tenía muy claro que si me criticaban era su problema y que yo podía decir que me follaba a Jesús y que la virgen practicaba sexo anal las veces que me daba la gana, ejerciendo mi derecho a la libertad de expresión y, por supuesto, mediante una crítica lícita y legítima puesto que la iglesia católica llevaba años perpetrando actos violentos y discursos de odio contra el colectivo LGTBI y, más concretamente, contra los homosexuales, que era el saco en el que por aquel entonces me metí en aquel momento.
--Ya sé que se lo preguntan muchas veces, ¿ahora en qué saco se mete?
--Ahora mismo, soy no binaria. Me siento más cómoda hablando de mí en femenino, y como la gente sé que no habla de mi en femenino por mucho que me esfuerce, me chupa el coño. Desde luego un chico gay cisgénero no soy.
--En sus espectáculos, ahora, usted va directa a criticar ya no sólo a la iglesia, sino la derecha y con todo lo heteropatriarcal. ¿Su objetivo siempre va a ser destruir este sistema?
--Supongo. Mientras su objetivo sea destruir a las travestis y a todos los cuerpos disidentes yo tendré que contraatacar, aunque es más una defensa más bien. No esta hecha la miel para la boca del asno.
--¿Cree que hay que destrozar todo?
--Yo creo que hay que degradar la sociedad y destruirla. Hay que fulminar todos los símbolos y los conceptos que tenemos aprendidos. A veces nos pensamos que la realidad es un algo objetivo y una verdad absoluta y la realidad se construye entre todos. Lo que es real o no no es más que una serie de códigos en los que todos hemos decidido ponernos de acuerdo. Por eso, ya que la vida no tiene sentido, nos vamos a morir y vamos a tener que trabajar toda nuestra vida para pagar el alquiler de una casa que jamás va a ser nuestra, prefiero hacer un acto vandálico de terrorismo contra la vida en sí misma y quejarme por todo, que me quedo muy a gusto. Segundo, intentar desmontar las grandes mentiras de la vida que se nos plantean como verdades orgánicas y genuinas.
--¿Ha recibido muchas amenazas?
--Amenazas no sé, comentarios de odio todos los días. Para mí ya es el day by day y no le prestó atención. Todos los días cae o un comentario transfóbico, hablando en masculino a propósito pensando que soy una chica trans y demostrando que no han entendido nada de la movida, porque yo nunca he dicho que sea una mujer. Engendro posmodernista, que si soy un instrumento del capital para destruir a la clase obrera, misógino, que si tengo polla, que me arregle los dientes… Al final la vida, es una extensión del patio del recreo. Hay quien ha conseguido salir de allí en la vida y hay que no han avanzado nada en su pensamiento y siguen teniendo esa mentalidad de bully de 13 años y se nota. Se nota quién hacía bullying y quien lo recibía.
--¿Ve esperanza en que eso pueda cambiar?
--Gilipollas van a haber siempre, como los ha habido toda la vida. ¿Que el pensamiento va mejorando? Desde luego, creo que no se puede ir para atrás, aunque algunos partidos en las instituciones intentan demostrar lo contrario. Las nuevas generaciones están más preparadas que antes, más concienciados en las cuestiones sociales, tienen una capacidad de análisis mayor a las de una persona de su edad. En parte, es por las redes sociales, que tienen más referentes y más información, por lo menos mucho más contraste. Internet no vive de una única fuente, pero si ya se ha generado un debate y puedes participar es algo muy enriquecedor.
--¿Usted ya se considera un referente?
--Si tú eres una diva no puedes decir que lo eres, porque si no, ya no lo eres. Yo en mi vida me voy a considerar un referente. Primero, porque eso supone una enorme carga en mí y yo no quiero representar a nadie; y luego, yo no representaría a nadie ni que lo quisiera. A mí me va bien, tengo un trabajo más o menos estable, aunque nunca se sabe qué va a pasar, porque la cresta de la ola es muy caprichosa. Yo en esencia hago lo que me gusta y ganando dinero con ella, el panorama general no es así. No sólo el de los jóvenes, cualquiera de mis amigas tienen: expectativas de futuro prácticamente nulas, precariedad, unos trabajos con contratos indefinidos en su mayoría, altísimo precio de la vivienda, hastío vital, cada vez más gente con trastornos mentales.
Además, esa cosa del referente y esa cosa aspiracional me parece muy mal. La emancipación de un colectivo y los logros a nivel social deben conseguir de manera grupal, no con un líder que dirija eso, porque si no, estamos otra vez perpetrando la jerarquía. ¿Que a la gente le gusta lo que hago? La verdad es que sí, pero nunca diré que soy un referente. Si tú lo quieres considerar es tu problema.
--Ya que habla de la cresta, ¿se mentaliza ya por si viene el bajón?
--Yo mi bajón lo tuve a los 16 años. Yo subí como la espuma, fui un éxito viral y luego no me conocía ni mi madre. Tuve mis problemas por perseguir fantasmas y esforzarme en alcanzar ese concepto meritocrático del éxito. Al final es un pensamiento muy tóxico, que te hace mucho daño. Para mí, el verdadero éxito es saber afrontar tus fracasos y estar dispuesta a no volver a triunfar o hacerlo de vez en cuando o que consigas algo que no se parezca a lo anterior. Yo estoy dispuesta a ser una vieja gloria, y tengo unas ganas de hacer otro día más, que la gente se olvidé de mí y participar en un reality show cuando nadie se acuerde mí: esa es mi vida soñada.
--Hablando de un segundo disco. ¿Qué le inspira a Samantha Hudson a la hora de hacer música?
--Un poco de todo, sobre todo, el absurdo o el ridículo: es mi principal fuente de inspiración.
--¿Usted se encarga de las letras y los vídeos?
--Depende mucho del tema. Algunos los hago junto con el productor. Las letras, excepto en Por España, las he escrito yo. A lo mejor se me ocurre una melodía y la tarareo en el teléfono y se la llevo tal cual al estudio y luego le pongo una letra. Le pongo la primera que se me ocurre, no te pienses que me curro mucho las letras.
--Va a estar en el Sónar. ¿Qué supuso esa llamada?
--Una sacada de coño. Yo estoy muy tranquila siendo una chica mamarracha y esperpéntica, pero de vez en cuando me gusta despuntar y decirle a los detractores “mira lo que está haciendo la tonta”. Esa gente que dice “es que vive del cuento”, le diría: hazlo tú. Sé tonta y ridícula y gana tú el dinero. Es como los que dicen de los inmigrantes sin papeles que “vienen a robarnos el trabajo y cobran ayuda”: quítate tú los papeles y sé un inmigrante ilegal y vive de ayudas y vivir del cuento, pesada.