Joel Joan (Barcelona, 1970) es de sobras conocido por sus papeles que ha hecho en diversas series de TV3 y por sus más recientes creaciones teatrales. Su personaje de David Güell en Plats Bruts cautivó a la audiencia que recuerda ese programa con cariño, ahora, presenta una especie de evolución del mismo en El gran comediant.

El intérprete se vuelve a poner en la piel Llorenç Tortosa, una especie de divo de la actuación que no puede soportar que un compañero suyo “le pase la mano por la cara” y le hace sacar los celos, la envidia y todo lo peor de él. La comedia fue un éxito antes de que estallara la pandemia y dos años después regresa en el Teatre Goya.

Trayectoria

Sea por la proximidad de sus personajes o por la credibilidad de los mismos, no son pocos los que creen que El gran comediant no es más que otro ejercicio de autoparodia, algo así como una terapia que ayuda a Joan a ponerse siempre en su sitio. Un hecho que él en parte reconoce.

Crónica Directo mantiene una conversación con él para saber cuánto hay de mito y de realidad en ese Joel Joan y sus últimos personajes y las razones que le han llevado al teatro, donde los éxitos lo avalan. La prueba es que tiene en cartel la citada obra en Barcelona y Escape Room, creada por él, en Madrid, y en los cines catalanes.

Escena de 'El gran comediant' / DAVID RUANO

--Pregunta: ¿Se siente afortunado? Tiene dos éxitos en cartel y uno en salas de cine

--Respuesta: Y tanto. Profundamente. Claro que detrás de la fortuna hay esfuerzo, dedicación y mucha perseverancia. Los golpes de suerte o van acompañados de todo esto o no existen, pero podía haber hecho todo eso y que el público no acompañara, por lo que me siento muy afortunado.

--¿Cuál cree, por eso, que es el secreto de este éxito? ¿No le dio miedo saltar de la televisión al cine?

--El gran secreto es buscar siempre buenas compañías. Los últimos éxitos teatrales --Escape room, El pare de la núvia y El gran comediant-- están escritos a cuatro manos. Héctor Claramunt es una parte esencia para ellos. Nos conocimos hace 9-10 años y primero hicimos televisión y dar el salto al teatro fue una gran idea. Estábamos un poco cansados de la disciplina de escribir guiones como El crack, 24 episodios, con un nivel de exigencia alto y con la volatilidad de la televisión en la que te dejas la vida y se amortiza todo muy rápido, todo pase muy rápido. Y pensamos pasar al teatro. Primero, porque nos apetecía mucho cambiar de registro y hacer algo que nos dé de rendimiento, porque hacemos esto para que nos dé comer, no lo olvidemos, y a poder ser que lo haga más de lo que lo permite la televisión. Un éxito teatral te permite estar en cartel durante meses, pasan los años y el producto puede tirar. Yo y Héctor nos ganamos la vida siendo actores y autores con nuestras pebroteres, como le llamamos, tenemos una de ellas en Madrid, Escape room, y si no está más lejos en México, Polonia, Italia es por la pandemia.

--¿Estaba previsto?

--Sí, sí. En México hemos tenido dos fechas de estreno y ambas se han suspendido; en Buenos Aires hay unas ganas tremendas de hacerlas e incluso nos han pedido los derechos de la película, pero los teatros siguen cerrados… La gente quiere apostar cuando todo esté abierto. Es difícil que un productor invierta tiempo y dinero si no sabe si tendrá que cerrar. La aventura internacional está en el aire.

--Las reducciones de aforo que ha habido los pasados meses y durante la pandemia en que se ampliaban y reducían en función de los casos. ¿Cómo les ha afectado?

--Se ha notado, las ventas diarias caen cuando eso pasa. La gente tiene miedo a la hora de comprar entradas. Se nota incluso en la actitud del público, está más decaído en general. El teatro es una reunión de humanos, unos encima de un escenario haciendo cosas y el otro desde abajo que se lo mira y afecta a ambos. Es un momento difícil y más cuando piensas que eso ya está pasado. En septiembre y octubre teníamos todos la moral arriba y en Navidad llega la caída.

--¿Hacer comedias ayuda a acercar al público?

--La comedia siempre ayuda. La vida sin comedia es tremenda, tremendamente dura y muy intensa. En todos los ámbitos, desde el que hace bromas en una cena hasta en el teatro o el cine. La comedia nos hace felices, empáticos. Reír nos hace terriblemente humanos, porque cuando reímos las cosas se ponen en su sitio por sí solas, se relativizan. Cuando no hay risa y sólo hay fanatismo todo se oscurece inmediatamente. Por eso, que haya risa en el teatro es algo que el público se agradece. En este caso, de un divo que se cree el rey del mundo y resulta que es poco más que un escarabajo callejero. Reírse de los poderosos es algo que apetece, siempre.

Xavi Mira y Joel Joan / DAVID RUANO

--Hablemos de los ataques de divo. ¿Los ha pasado, los ha visto?

--¡Y tanto! Los he pasado, los he visto, observado, mirado de reojo. Aquí hablamos de los celos, la amistad y de cómo nos cuesta celebrar el éxito de los otros y lo terriblemente hipócritas que somos cuando a alguien le van bien las cosas somos capaces de decirle que uno se alegra y por dentro pensar por qué no tengo yo el mismo éxito, esa sensación de incertidumbre constante sobre nosotros, esto es terriblemente humano también y nos hace muy débiles. Los celos es una de las cosas que más nos pudre por dentro. Es lo que decía Somerset Maugham: no es suficiente triunfar, los otros han de fracasar. Es un material maravilloso para reírnos de estos personajes y de nosotros mismos y de la parte más miserable de nosotros mismos. Es cierto que se da en el mundo del teatro, pero también en otros. Todos tenemos un ego y queremos tener un monumento en una plaza y querer dejar huella. Es muy tierno, en el fondo. Los humanos me resultan entrañables, en el fondo.

--El creador, por eso, ¿no tiene esa intención de trascender y dejare legado?

--Evidentemente y gracias a este legado estamos donde estamos en nuestro punto de evolución., Somos una cadena de humanos gracias al legado que dejamos cada generación puede ir un paso hacia adelante. El problema es cuando tu objetivo es sólo eso: dejar legado. Porque te olvidas de pasarlo bien y el ego sufre, aparecen los celos, la neurosis en general, el colapso de uno mismo. Aquí es donde nos equivocamos. Dudo que Van Gogh pintara pensando en la trascendencia que tendía después. Es lo que responde Woody Allen cuando le dicen que hace películas para vivir eternamente: preferiría vivir eternamente y no hacer películas. Cuando haces una obra artística, sin duda, piensas: igual esto sí queda para siempre, pero no podemos concentrarnos en eso, porque te falta la humildad suficiente para trascender. Cuando uno quiere trascender es fácil ponerse demasiado serio y profundo y de empalagar, y no gustas ni a los contemporáneos y ni generaciones futuras. Has de hacer las cosas porque te apetecen y para agradar a los que hay de venir.

--Usted, desde el personaje de Plats Bruts, tiene esa fama de creído y en sus últimas creaciones usted se ríe de ello. ¿Es una manera de reírse de uno mismo y de eso?

--¡Y tanto! Es como una terapia. Sin quererme comparar es lo que hace Woody Allen. Ya desde David Güell me reía de ese estudiante que quería ganar un Oscar, luego, Pere Brunet de Porca Miseria donde me reía de mi parte de guionista y hablaba de mis neuras o en El crack y El gran comediant… El gran comediant podría haber empezado como David Güell y ver como un compañero te pasa la mano por la cara directamente como le pasaba al personaje del Crack que era yo mismo. Es difícil cuando escribes no enseñar el culo, lo más fácil es que se te vea, así que digámoslo claro, así que sí: hablo de mí.

--Es casi una obra en continuo, ¿no?

--Incluso El gran comediant era el título de todos los capítulos de El crack. Yo no soy un divo de Llorenç Tortosa, que es el divo de El gran comediant. Soy una persona mucho más normal. La esencia en todas mis creaciones es la mía, pero el personaje sale de mi dimensión y es un actor superfamoso que no son las mías.

--El hecho de haber mostrado tanto el culo, como dice. ¿Hace que la gente se acerque a usted de forma amistosa?

-- Esta proximidad en los espectadores es normal, sana y la celebro. La gente al final quiere disfrutar con lo que haces y para que eso pase tú has de disfrutar. Y es muy chulo que la gente te lo agradezca.

Joel Joan, Sandra Monclús, Àfrica Alonso y Xavi Mira / DAVID RUANO

--Ha mencionado anteriormente el ritmo de la tele. ¿Es eso lo que le mantiene alejado de ella? --¿Es el teatro más agradecido, realmente?

--Yo tengo muchas ganas de hacer tele, hace seis años de El crack y tengo algún proyecto que me gustaría que se concretara y se llegara a hacer. Una de las partes buenas de nuestra profesión es que cuando te agotas de una cosa pases a la otra, de tele al teatro y a la inversa. Sirve para crecer. Lo hacemos también por necesidad. Si en el crack nos hubieran pedido más temporadas las habríamos hecho. Nuestro mercado da apara lo que da y tenemos sólo una tele que es la única que hay, por ahora, aunque podría haber más. Puedes hacer lo que puedes hacer en un país que tiene una plataforma, Filmin, una televisión, TV3, los teatros de Barcelona, que suerte de la potencia de la ciudad que nos permite estar meses. No es tanto una decisión propia sino las circunstancias que te llevan a hacer lo que haces.

El teatro lo que tiene es la fuerza del directo. Estás in situ con el publico y es una experiencia muy chula, pero también muy cansada. Vives muy atado al teatro. En la variación está el disfrute e ir trampeando como todo. También existe esa falsa impresión de que hacemos lo que queremos cuando queremos y nosotros decidimos y no es así, ya me gustaría. Te adaptas a las posibilidades que tienes y lo que te ofrecen y te adaptas. The show must go on.

--¿La serie queda apartada pues?

--Es un high concept por ahora. La estamos luchando, persiguiendo a productores, a cadenas, convenciendo e intentando que sea una realidad. Nosotros somos dos artesanos del guion y la producción y al tele es un trabajo que cuesta mucho dinero, no es como el teatro que un artesano puede levantar un montaje, La tele vale mucho dinero y más ahora que hay una producción de calidad en las mil plataformas y has de estar a ese nivel. Ni puedes ofrecer menos y si no tienes el dinero, has de cautivar al público de otra forma que nadie ha hecho hasta ahora. Hacer televisión es una empresa muy grande. Por eso también decidimos hacer teatro en su momento, porque dependía más de nosotros. Ojalá algún día la podamos hacer y la podáis disfrutar.

--¿También hay mucha más rivalidad?

--No lo dudes. TV3 en su último llamado para hacer series de televisión tenían más de 40 proyectos de productoras catalanas y no. Todos allí luchando para los 4 o 5 títulos que pueden producir. La competencia está muy feroz.

--¿Eso implica que hay más talento?

--Eso está por ver. Lo que hay es ganas de hacerlo y muchas productoras con proyectos que quieren trabajar. Que luego salga o no es otro tema. Lo que está claro es… No lo sé… No quiero abrir este melón.

--Tiene pensado ir 'El gran comediant' a Madrid como con 'Escape room'.

--Cuando haces una obra lo que quieres es el máximo público y si es de fuera de tu casa todavía más. Madrid es un lugar donde hay mucho teatro, mucho consumo de teatro y donde nuestras obras, si alguien las quiera producir, encantados. Es como El pare de la núvia, que espero que tarde o temprano se acabe haciendo en Madrid. Con estas últimos las hicimos al principio de la pandemia. No nos cerramos ninguna puerta y no sólo a Madrid, sino a todo el mundo. La magia del teatro es que lo puedes traducir también a su idiosincrasia propia de la sociedad en la que la estrenas y a su idiosincrasia social.

--¿Tiene pensado quién le gustaría que lo hiciera?

--Depende. A Luis Merlo le iría como anillo al dedo y muchos otros.