Agnès Busquets (Tarragona, 1976) es conocida por el gran público por Polònia, el controvertido programa de sátira política de TV3. Pero por mucho que lleve más de 15 años en él, ella es una actriz con todas las de la ley.
Buena prueba de ello es toda la carrera teatral que lleva a sus espaldas. Uno de sus últimos éxitos es Frank, una obra que se repone en el Teatre Lliure hasta el 13 de febrero.
La dictadura, la tele y el teatro
La adaptación de esta novela gráfica que cuenta no solo el franquismo, sino cómo se vive en dictadura, se representa para pequeños y mayores de una manera sencilla, con metáforas claras.
No ha sido fácil llegar hasta aquí. Ella misma asegura que, como es normal, la gente la encasilla y nunca se esperaba poder trabajar en el Lliure dada su carrera. Ahora, directamente, repite. Crónica Directo mantiene una conversación con ella en la que repasa el éxito de Frank y su carrera.
--¿Cómo explicaría Frank?
--Es una adaptación de la novela ilustrada Frank. La increíble historia de una dictadura olvidada que hizo Ximo Abadía para explicar el franquismo a su hijo, que por aquel entonces tenía ocho años. El libro lo hace a través de una metáfora muy bonita: Frank lo quiere todo cuadrado y todo lo que no lo sea va a parar a una grieta bajo tierra. A partir de aquí, Cesca Salvà como escenógrafa y Clara Manyós como directora la llevan al teatro, junto a Eu Manzanares, que es la dramaturga, y las tres actrices que somos Anna Pérez Moya, Núria Solina y yo. Allí empezamos a crear un mundo bajo esta dictadura en el que vive ese ser, donde hay unos funcionarios y una gente que no sabes por qué están allí que se da cuenta de que si no eres cuadrado no puedes existir. Se crea una sucesión de escenas que podrían ser como jugar a un videojuego en el que pasas pantallas y se explica por qué todo cuadrado, quién es Frank, qué hace. Hay alguna escena oscura, pero a través del humor, de las barbaridades que hace un ser impune. También se ve a la disidencia, la muerte de Franco y hasta hoy, la democracia.
--¿También hay toques críticos con la democracia?
--Evidentemente, porque la democracia en la que vivimos no es como te la explican los libros. Es una democracia construida desde el soterramiento o el blanqueo de una dictadura. No sé si la pone en cuestión, pero sí se intenta exponer que aún hay mucho por hacer. Aparece la figura de un rey y se refleja el nacimiento de la democracia, qué personajes entraron con más libertad y cuáles menos y en qué estado se encuentra en la actualidad, en la que parece mentira que ciertas cosas continúen pasando, refiriéndose al mundo de Frank. Hasta qué punto hay losas por levantar lo que hay debajo y no dejan que salga.
--¿Entonces lo definiría como teatro infantil?
--No lo es. Porque además la etiqueta teatro infantil tiene una pátina tan peyorativa a veces que sabe mal. Yo he hecho muy poco y lo desconozco, lo descubrí cuando mi hijo era pequeño y hay cosas de muy buena calidad, porque está hecha por adultos para las familias, donde hay adultos y niños. Este espectáculo lo hemos hecho desde una perspectiva muy transversal, desde el niño hasta el abuelo que nos puede venir a ver. No hemos tenido cuidado a la hora de qué podemos explicar. Hemos hecho el espectáculo que nos hubiera gustado ver desde la edad que tenemos ahora, usando un lenguaje no muy críptico, sino entendedor para un niño de cinco o seis hasta adultos. De hecho, el año pasado venían adultos sin niños.
--Este año, en cambio, están menos tiempo en cartel.
--Eso no sé por qué. Habla con el Teatre Lliure (ríe). También es cierto que al hacer sesión doble y que entre semana se hacen sesiones para escolares contabiliza como una estancia regular en el Lliure. Esta vez, es una reposición cortita y algunos pocos bolos. Es una pena, porque es un espectáculo que debería hacerse cada año, porque el franquismo lo seguimos teniendo allí, se sigue explicando mal, y es una parte muy importante de la historia de nuestro país.
--Vista la respuesta del público, ¿cree que ahora se explica mal?
--Se nota mucho la escuela que ha preparado el dosier pedagógico y la que no, porque no lo damos todo masticado. Y es curioso, porque los escolares cuando les preguntamos, dan respuestas de todo tipo. Desde los que te dicen que debajo de la losa hay las libertades, los derechos LGTBI y en definitiva lo que ellos asocian a la represión, hasta quienes dicen los que no les dejan votar… Lo van pillando. Es un espectáculo que despierta preguntas y, a partir de aquí, investigarán.
--Hablemos de usted. ¿Qué le llevó no solo a este espectáculo, sino al teatro, porque está mucho sobre las tablas?
--Y más que me gustaría estar. Yo llegué porque Clara quería tres actrices de distintas generaciones con muchas ganas de jugar, de crear y capaces de crear universos X. Nos conocimos en un curso de Carlota Subirós que se llama Viewpoints, que es un entrenamiento actoral muy físico, cero Stanislavski, en el que el punto de partida es el espacio y los diferentes puntos de vista de éste: la verticalidad, la horizontalidad, el suelo, las distancias… Supongo que le gustó mi manera de jugar y pensó en mí para este espectáculo. Luego repetí con ella en Foscor, donde tuve que sustituir a Victoria Pagès dos semanas y media antes del estreno y fue un regalazo. Porque yo estoy en la tele, sí, y para la gente soy la del Polònia. La gente te clasifica y es normal que lo haga, porque la gente no va tanto al teatro como ve la tele. Y para mí el teatro es una vía de escape creativa y por lo que en el fondo decidí estudiar arte dramático, porque es muy chulo el proceso de creación de un espectáculo. Con Frank es particular, es muy guay porque lo hemos hecho entre todas y, teniendo en cuenta mi trayectoria, en la vida pensé que trabajaría en el Teatre Lliure, porque por el tipo de teatro que se hace allí algunos directores no pensarían que yo podría hacer lo que se hace allí, como les pasa también a muchos que estamos en Polònia. Se nos tiene clasificados en un teatro más comercial y para todos los públicos. Y al fin y al cabo somos actores, y los actores somos instrumentos que pueden tocar desde rock hasta clásico.
--¿La televisión condiciona mucho no tanto al público que la va a ver, sino también a los directores a la hora de escoger a una actriz o acto?
--Yo creo que sí. A lo mejor piensan en ti y piensan: “Es que está haciendo eso”. Y “eso” lo hacemos dos días a la semana e igual no todos los días me convocan y tengo tiempo para hacer otras cosas. Pero tampoco vas a poner todos los días en redes que estás disponible porque acabarías loco (sonríe). La tele condiciona y cuesta porque falta riesgo. Por eso me gustó tanto hacer Foscor, y al ser una sala pequeña no nos vio tanta gente como nos hubiera gustado que nos viera, porque tanto Dafnis Balnuz como yo hicimos un trabajo muy chulo, gracias a Clara y a Jan Vilanova. Un amigo mío me dijo: “Ya era hora de que hicieras teatro de verdad”. Que tuve que decirle: "Yo siempre hago teatro de verdad, porque lo defiendo todo desde el mismo sitio, con la misma ilusión, y para mí es tan legítimo hacer algo súper comercial como hacer Foscor en la Sala Versus o stand-up comedy, aunque no he hecho". ¿Qué es teatro de verdad? Todo lo es si lo haces desde la verdad y creyéndotelo, y es lo que intento hacer, si no, no llega al público.
--¿Alguna vez se ha arrepentido de meterse en la tele?
--¡En absoluto! Gracias a estos trabajos hay gente que me ha conocido y he podido hacer otros trabajos. Los trabajos a veces son tan azarosos. Es cierto, llevo 15 años en Polònia, pero me ha dado mucho. La velocidad a la que corremos allí hace que cuando voy a hacer alguna ficción vaya tranquilísima. Vamos a saco porque no hay tiempo y tenemos una agilidad que hay en pocos sitios. Yo no hubiera podido sacar Foscor en dos semanas y media sin Polònia, porque estoy acostumbrada a sacar todo adelante y en confiar en el director y no cuestionarlo todo. Es muy guay hacerlo, pero cuando no hay tiempo y se ha de hacer se hace. No me arrepiento de haber hecho Polònia. ¿Que me gustaría que mi trayectoria virara? Sí, pero ahora mismo es lo que tengo.
--¿Le apetecería hacer un drama tipo Shakespeare?
--Me encantaría, y Shakespeare haría tanto drama como comedia. La comedia es muy gratificante, pero muy difícil. Cuando el público no te ríe es muy duro. Nos pasaba a veces en plena pandemia con Els pecats imperdonables, que tenías 40 personas de público y sienten pudor a la hora de expresarse. Es muy heavy. Luego remontaron y hubo funciones con más gente. Igual con un drama no se nota tanto, o sí, no sé. Pero yo encantada de hacer un drama. A veces me dicen que me lo monte yo, pero ya veremos. Yo estoy contenta mientras sienta esa vibración interior. Es complicado sobrevivir en este trabajo, y siendo mujer y a mi edad, así que me siento muy afortunada. Si yo dejara Polònia ahora qué, ¿la gente te vería en otra cosa? Ojalá, pero es complicada la edad en la que entro.
--¿Aún se siente esa losa?
--La empiezo a sentir, claro. Salen menos pruebas, sobre todo de audiovisual. Eso aún existe, aunque se hagan cosas muy chulas. Y en Cataluña, aún, pero fuera no me conoce ni Cristo, con lo que todavía es más complicado acceder a pruebas. No es fácil, pero mientras me sienta con fuerzas para mantenerme en este trabajo seguiré y si no, apaga y vámonos, y haré otra cosa. Una amiga me comentaba que un representante le dijo: "Yo no cojo a mujeres de más de 40 porque no hay pruebas en general".
--Es muy duro.
--Muy duro. Es heavy. Por eso, ¿que se me encasilla en la comedia? Pues adelante. En este aspecto, al menos, seguiré teniendo trabajo.
--Es curioso que siga pasando cuando se lleva años en la lucha feminista.
--Es que la industria sigue siendo muy masculina, muy heteropatriarcal. Los grandes capos siguen siendo hombres. Y luego ya nos meteríamos en el tema de las redes, con gente que elige a actores por los seguidores… Pero bueno, las cosas mutan.
--Tratemos de mirar adelante en positivo, entonces. ¿Qué proyectos tiene?
--Bueno… (ríe). Tengo dos proyectos, pero creo que serán más personales, que los tiraré adelante yo.
--¿Escritos por usted?
--No lo sé. Con una necesitaré ayuda, aunque quiero estar en el proceso de creación, y otra fue una propuesta muy embrionaria que está todavía muy verde. A nivel audiovisual, por ahora, no hay nada a la vista. Frank, la gira que salga y ojalá poder volver el año que viene con Dafnis.