Concha Buika (Palma de Mallorca, 1972) sigue imparable con su música. Acostumbrada a estar poco en casa y mucho sobre los escenarios, el año de pandemia lo ha aprovechado para descubrir la ciudad donde vive desde 2011: Miami.
Ella está feliz allí. Fue un refugio al que huir cuando su antigua representante y Javier Limón le hicieron la vida imposible en España, asegura. Le cancelaron 88 conciertos y difundieron rumores sobre ella. No denunció. Se dedicó a hacer lo que más le gusta, cantar.
Premios y objetivos
No ha parado en ningún momento, como tampoco ha parado de recibir reconocimientos y galardones, Grammys, Premio de la Música y discos de oro. Ha firmado ocho álbumes y decenas de colaboraciones con artistas de la talla de Chavela Vargas, Chucho Valdés, Raimundo Amador o el mismísimo Carlos Santana.
Para ella la música lo es todo y ella es un canal por el que transitan los sonidos. El éxito ha venido de añadido. Despreocupada de análisis, apuesta por vivir al día, arrancar su gira en el Singular Fest de Sevilla el próximo 26 de junio y luchar por ser felices. Esta entrevista con Crónica Directo es una prueba de ello.
--Pregunta: ¿Cómo encara esta gira postpandémica?
--Respuesta: Con ganas de trabajar. Yo soy toro.
--Sí, no para. Es una artista que o bien está grabando en el estudio o en el escenario. ¿Cómo ha vivido este año?
--No sé. Vivimos un día a la vez. Cuando te hacen estas grandes preguntas tienes que poner grandes épocas en contexto, pero es muy difícil. Yo estoy muy bien, muy tranquila. De eso se trata todo en esta vida. Puede haber momentos de estar muy nerviosa por tocar, estar ansiosa, bueno, sí. Pero da igual, vamos a tocar ya.
--Pues para ver todo desde la tranquilidad, viajemos a su primer contacto con la música. ¿Lo recuerda?
--En mi casa siempre hubo mucha música. Mi mamá es melómana. Es una persona de fe y siempre ha pensado que la música ha estado para el alimento del alma y del espíritu. Como venía de tribu, además, y no tenía mucha idea, para ella toda la música era igual. No entendía porque las señoras mayores no escucharan a Daft Punk. Escuchaba con la misma ilusión a Pavarotti que a Iron Maiden (ríe). Para ella era música que hacían los blancos que sonaba muy bonita. Y ya está (ríe a carcajada). La discografía de mi madre era muy chic, había de todo. Compraba los discos en el mercado y le entraba de todo, desde Elvis Costello a rondalles mallorquines, chistes de no sé quién. Yo la primera vez que escuché a Sex Pistols fue por la discografía de mi madre. Y todo lo bailaba igual, ¿eh? Aprendí mucho de mi madre, fue mi primera maestra.
--¿Y usted se siente más de un palo que de otro o como su madre a la hora de crear?
--Yo me considero del palo de la música que suena muy bien. Me da igual el estilo. Al final los estilos tienen una diferencia sonora, pero todos tienen una misma intención: el deseo de una persona por expresarse libremente y sin censura. Entre comillas sin censura.
--¿Se la ha encontrado?
--¿Cómo cantante? Constantemente. Sí, claro, como todos los cantantes del mundo. Tú no puedes cantar lo que te dé la gana. Puedes pensar lo que te dé la gana, pero luego has de traducirlo a un lenguaje que sea para todo el mundo. No puedes cantar como el que pinta.
--¿Pero no tendría que ser algo más libre?
--Mi misión es que por un momento las personas se olviden de sus problemas y movidas y se pongan en consenso la gente, sean de donde sean y tengan la ideología que tengan. Todos juntos en un teatro con una idea común: aplaudir, gozar, abrir el corazón… ¡Es muy importante!
--¿Supongo que en estos tiempos algo más?
--Por supuesto! Nosotros los artistas, periodistas, deportistas,… nuestra misión es humanitaria y es muy bonita.
--¿Pero cuando habla de censurarse y traducir lo que uno piensa, habla de poetizar las ideas?
--Se trata de que cuando tú escuches y te sientas bien. Si cuando lo escuchas no te sientes bien… Por eso existe la censura. No por una cuestión de que esté prohibido o te autocensures, sino que debes recordar que quien te escucha es alguien que tiene muchos problemas, que está viviendo una vida que no es fácil. Por lo menos, por los cuatro minutos que te va a prestar atención… ¿Qué tú sabes lo difícil que es eso? Por lo menos esos minutos que te va escuchar hazle sentir bien. ¿Qué te cuesta, chico? No le generes rabia, odio… que se sienta bien y que se olvide de que su jefe sea quien que sea, o de que su coche es una mierda o de que su niño no sé qué o de que su marido no se cuántos. Por ese ratito dile "olé, guapo, que eres el más guapo del mundo, mi jefe". Yo canto para mis jefes y les tengo que hacer sentir bien. Eso es lo que siento.
--¿Y cuando compone para sus jefes, sale antes la música, la letra?
--No lo sé. Yo sólo soy un canal y cuánto más sincera sea con lo que oigo para transmitirlo, mejor sale. Cuando ya quiero meter mucho mi opinión la lío parda (ríe). Pero no lo sé. Yo te puedo hablar de las canciones que ya he compuesto, pero me acuerdo poco del momento de la composición porque es un trance, para mí.
--Usted que lleva ya más de 30 años en el mundo de la música y componiendo, ¿cómo ve los cambios de la música?
--No sé, yo estoy bien.
--Los premios y la gira la avalan, de hecho, además de las colaboraciones. ¿Qué significa para usted trabar con ellos?
--A mí los famosos me ponen muy nerviosa, porque soy muy nerviosa. Lo paso fatal cuando estoy en esos ambientes, pero he tenido la suerte de colaborar con gente muy llana. El tito Raimundo, Carlos Santana, que es otro hippie del carajo, un tipo genial, grandioso, con Chavela, que es mi mama. Pero gente de algo copete me ponen muy nerviosa.
--Cuando habla de su música, se la ve con ganas de cantar, pasarlo bien y poco más.
--Lo más importante en este mundo es estar tranquilo, compadre. Nada más que eso. Lo digo de corazón. Mi hijo, cuando estaba en plena vorágine que me veía vieja, sin inspiración, me dijo el mayor logro de esta vida es estar tranquila. Fue como un dedo en el ojo. ¡Claro tío! No hemos venido a este mundo para ser abogados, actrices o lo que sea, sino a estar tranquilos siendo lo que sea, aceptando la noticia que te venga, aunque sea un desastre. De esta tranquilidad depende el mundo. Hoy más que nunca el mundo depende de que estemos tranquilos.
--Difícil a veces con tanta crispación, ¿no?
--(Hace un gesto de calma) ¡Estate tranquilo!
--Bueno, pues cuéntenos como es de tranquila su vida en Estados Unidos.
--Llevo muchos años en ese país pero he estado poco porque estaba viajando. El año de la pandemia es el que más lo he vivido y me he dado cuenta de que no conocía mi ciudad, ni dónde estaba. Pero Miami es preciosa y tienen una vibración de energía tan bella.
--A veces cuesta de ver con ciertas noticias que llegan de allí.
--A ver, Miami es una ciudad violenta, están todo el día con tiroteos, los jóvenes están muy exaltados, hay armas en la calle…. Pero si quieres tocar tierra, sentir la raíz entre el pecho, ahí, vente para España.
--¿Tiene casa por aquí para cuando se retire?
--¿Eso qué es? Nosotras no nos retiramos nunca. Cambiaré de escenarios, pero dejar de cantar, no. Nunca he tenido casa porque nunca he necesitado casa. Soy una de esas flores de río, siempre he sido nómada. Me iré del mundo con lo mismo que llegué, sin nada. Tengo mis casas y mis cosas, pero, ¿dónde vivo? No lo sé. Pero lo de retirarme no lo sé, antes me retirará la vida (ríe).
--Bueno, nunca insinué que se retirara, claro. Pero ya sabe que ahora ha llegado el edadismo y personajes como Madonna denuncian que sufren críticas por la edad y les piden que se retire.
--Si está divina, como se va a retirar! Mira, te voy a decir una cosa, a partir de los 50 es cuando empezamos verdaderamente a disfrutar y dejamos de padecer y de ser hijos y víctimas de la aprobación. Nos han hecho víctimas de la aprobación en estas sociedades que dependen de que nos lo gastemos todo. Cuando dejas de pensar en eso es cuando empiezas a gozar. Mira Tina Turner, a los 50 se clavó tremendo tacón se puso una minifalda y se puso a bajar escalones a ritmo de rock y mirando al frente. Y le dio a todos los niñatos que hacían rock en esa época. Pero las lenguas son muy malas y nos creemos todo lo que venga de fuera y menos lo que venga de dentro. A partir de los 50 viene la época del rock&roll y empiezas a estar cañón.
--¿Siente que le pasó eso, que tuvo que triunfar fuera para ser reconocida aquí?
--Yo me tuve que ir porque me vetaron aquí. ¡Ya está bien de callarse! Cuando rompí con mi primera manager, me vetaron ella y Javier Limón. Fue a todo el mundo diciendo que rompí un contrato que yo tenía firmado, cuando era mentira y nunca más volví a trabajar, me tuve que ir.
--¿Cómo vivió eso?
--Muy mal. Me cancelaron 88 shows y les dijo a los promotores que yo estaba en rehabilitación. Y no consumo drogas en mi vida. Yo ya estoy conectada con el mundo, la droga soy yo (ríe). ¡Que las drogas tengan cuidado conmigo y yo no a ellas! En mi vida he consumido drogas. Yo con un chupitillo de ron me voy a mi escenario y me lo gozo. Pero les dijeron eso y Mariana canceló 88 shows. Donde pudo metió a Carmona, en otros otro… y tardé mucho. A día de hoy, aún hay gente que cree que yo soy toxicómana o que tengo problemas de consumo. Me costó mucho limpiar todo eso.
--¿Demandó?
--¿Qué iba a denunciar? ¿Qué voy a hacer? Pensé que allí se quedaban. Siempre habrá un lugar donde me dejen cantar, me dije. Y me fui.
--¿Ser mujer también ha sido otro hándicap?
--El puñal de quien te quiere agredir lo afilas tú. Eso no quiere decir que no sea verdad. Hay barreras y existe el techo de cristal, pero eso no impide que no se pueda cruzar. Esas barreras como no las inventé yo no me las creo. Yo si no es una barrera física y son mentales, tú eres el que tienes la llave de esos barrotes. Tanto mujeres como para hombres. La esclavitud existe porque existen personas que se creen lo que les cuentan, qué te han dicho o de qué te han convencido o que te han golpeado y has cerrado tú esa jaula. Yo he pasado de lo de pensar en no hacer algo porque el otro se enfada. ¿Qué pasa, que si yo me enfado se derriten los polos? ¿Por qué tiene que pasar algo cuando se enfada él o ese señor y de repente hay una guerra en la que se mata un montón de gente? A veces le damos más fuerza a la voz del otro en nuestro interior que a nuestra voz allí afuera. Ese es el error.
--¿Y la música puede ayudar?
--Sí. Y vienes a darme la razón. No hace falta la censura, pero hay que entender que quien te escucha necesita que tú lo impulses hacia lo bueno de su corazón. Porque si yo estoy frustradísimo y me metes más negatividad el resultado no va a ser bueno.
--Por último, en tu gira acudes de nuevo al Grec, ¿qué relación tiene con ese espacio al que has ido en varias ocasiones?
--Una relación con el Grec que te cagas, yo los amo. y además viene Yinca Graves, una bailaora negra que flipas con ella. Eso va a ser épico. Grec y Palau, yo los amo.
--¿Qué tiene el Palau?
--Lo amo con una energía personal. Hay muchas voces retumbando allí dentro desde hace muchísimos años. Es un sitio muy espiritual, hay muchas voces que cantan contigo cuando estás allí. No todo el mundo entiende, pero hay muchas voces sonando ahí porque la energía de las ondas de la voz no se destruye, se queda ahí y… Y depende en qué espacio que te coloques lloras y lloras y no entiendes que te pasan, te sientes flotando… Pasan cosas, de verdad.