La Navidad ya ha llegado a la Casa Blanca con el primer retrato de Donald y Melania Trump como presidente y primera dama de Estados Unidos. A pesar de que el último año ha habido algunas suspicacias sobre una posible falta de complicidad entre ellos, en la postal navideña que han regalado al mundo se pueden sacar varias conclusiones.
A muchos les ha llamado la atención la coordinación de la vestimenta entre ambos. Ella, con un vestido de impoluto cuello negro de halter con apliques y el con un esmoquin negro, camisa blanca y pajaritra estaban completamente unidos por el color. Pero era lo único. Melania ha roto con la tradición de llevar un vestido de una firma estadounidense y por primera vez ha vestido uno de la marca española Delpozo.
Lo hizo a sabiendas
Que el traje de la primera dama no lo diseñe un americano es un desliz, pero Melania lo sabia. Su objetivo era desvincularse de las políticas de su marido pero sin hablar.
Lo ha hecho en más ocasiones, en contra de la política de inmigración que impulsa su marido. Su forma de protestar es no verbal. Lo ha hecho ahora como lo hizo en Arabia Saudi, como ya hiciera en su primer viaje oficial junto al presidente, donde se plantó sin velodespués de que su marido criticara abiertamente a Michelle Obama en 2015 cuando se negó a cubrirse la cabeza.
Melania le dejó en evidencia y reafirmó su independencia. A este se le suman también el momento en el que le rechazó la mano durante su llegada a Israel o aquella famosa camisa de Gucci.