El dolor de espalda es uno de los más comunes que el ser humano tiene a lo largo de su vida. De hecho, rara es la persona que en algún momento no se queja de las lumbares, las dorsales o las cervicales.
Eso provoca que se busquen soluciones tanto en profesionales médicos (fisioterapeutas…) como en prácticas que ayuden a aliviar las molestias y tonifiquen la musculatura. Entre estas, hay de todo tipo de ejercicios que suelen ser recomendables. Y también hay deportes que son especialmente indicados para ello. Sin embargo, en ocasiones se tiende a realizar movimientos que precisamente no son los más adecuados para mejorar la salud de la espalda. Y es que a veces es mejor no hacer nada que algo equivocado.
Un peso inadecuado
Fortalecer la espalda no implica someterla a pesos y movimientos a los que no está habituada. En este sentido, hay que tener en cuenta que aunque un ejercicio de pesas sea bueno para ello, nunca habrá que superar los límites, ya que podría resultar contraproducente y provocar que el dolor se multiplique innecesariamente.
Asimismo, en caso de que se note un exceso de tensión en los músculos de la espalda (y por lo tanto en toda la zona posterior del cuerpo), habrá que tratar de protegerlo llevando esa tensión a otros lugares que ayuden a soportarla, como es el caso del abdomen.
Posición incorrecta
Otro de los errores principales es la realización de los ejercicios correctos pero sin cuidar la posición. Mantener el cuerpo del modo más aconsejable es esencial para no castigar algunas áreas que no deben participar activamente.
Es decir, puede que un ejercicio sea muy beneficioso para disminuir el malestar en la espalda, pero si no se hace desde una correcta postura, quizás se convierta en un motivo más para que los dolores se hagan más acusados. Esto sucede en numerosas ocasiones cuando se hacen pesas, una actividad en la que es clave mantener una correcta alineación de todo el cuerpo.

Cuidado con el ciclismo
Es posible que haya quien opte por subirse a la bicicleta para evitar el impacto que supone para el cuerpo hacer una carrera continua. Sin embargo, precisamente el ciclismo no es el mejor deporte para favorecer la salud de la espalda, llegando a sobrecargar algunos músculos claves, sobre todo si se realiza por terrenos irregulares.
En este sentido, hay que evitar el ciclismo de montaña, utilizar amortiguadores en la rueda delantera, llevar el manillar lo suficientemente elevado como para no aumentar la presión en la región lumbar, pero a la vez que la inclinación sea adecuada para que no afecte a las cervicales.
La tensión del atletismo
Cuando se practica running para estar en forma y así tratar de tonificar todo el cuerpo -incluida la espalda- se debe tener en cuenta que se está realizando un ejercicio que afecta a las carillas articulares, es decir, tanto a los discos como las articulaciones que hay en la espalda. Y obviamente esto puede desencadenar un mayor dolor.
No obstante, si se va a realizar este tipo de deporte, habrá que hacerlo por zonas que no sean irregulares y, si es posible, que tengan una superficie suave. Además, las zapatillas que se empleen tendrán que disponer de una buena amortiguación y no dudar en gastarse dinero para su reemplazo cuando no cumplan su labor. Finalmente, no se puede olvidar el calentamiento previo al ejercicio, en el que se habrá de incidir especialmente en la zona lumbar, ya que será la que más sufra en una carrera continua.

Natación, sí, pero con cuidado
Probablemente el deporte estrella cuando se trata de fortalecer la espalda para que deje de doler es la natación. De hecho, nadar es una fuente de beneficios físicos para el organismo. Pero, como todo, es necesario que las cosas se hagan bien.
Si no se mueve el cuerpo de una manera armónica y se realiza bien cada uno de los movimientos repetidos, es posible que se cree alguna contractura debido a una excesiva tensión. Así que hay que cuidar mucho aspectos como evitar mantener la región lumbar muy extendida y arqueada, o girar el cuello constantemente para respirar. Además, será vital llevar el cuerpo al nivel del agua y la cabeza sobre la superficie.