Junio es el mes del fin del colegio y el de inicio de las vacaciones escolares. Una buena noticia para los más pequeños de la casa, pero quizá no tan agradable en el caso de los padres que todavía tienen que trabajar algunas semanas más antes de disfrutar de unos días de merecido relax con sus hijos. Es entonces cuando se puede plantear la duda en estas familias sobre qué hacer hasta entonces con los niños. Un campamento puede ser una buena respuesta y una solución.
Una oferta lúdica y educativa en la que los pequeños no solo se divierten de lo lindo, sino que aprenden todo tipo de habilidades y enseñanzas, disfrutan de actividades deportivas, se entretienen y hacen nuevos amigos. Y para los padres, un respiro para poder conciliar su vida familiar y profesional sin tener que tirar todo el tiempo de los abuelos o de conocidos. Pero, ¿cómo elegir el mejor campamento de verano para los niños? Estas son algunas recomendaciones a tener en cuenta.
Tipo de campamento
A la hora de elegir la modalidad de campamento para pasar unas semanas estivales, se puede optar por uno general donde los niños aprendan de todo (desde nociones básicas de cocina, pasando por idiomas o hasta primeros auxilios), además de disfrutar de todo tipo de actividades al aire libre; a otros más concretos o temáticos. Es el caso de los cursos que se ofrecen por ejemplo para los amantes de los deportes (los hay específicos de baloncesto o fútbol, por ejemplo) o con los que se busca que sobre todo haya un refuerzo escolar de lo aprendido en ese curso.
Una vez concretado esto y en función de la edad del niño se puede optar por un campamento urbano (en la propia localidad donde se resida y que suele realizarse por las mañanas mientras los padres trabajan) o los que se desarrollan en otras localidades o incluso fuera del país. En este caso, en el que el niño duerme fuera de casa y suele estar mínimo una semana sin ver a sus padres, es mejor que este sea de una edad ya algo más mayor. Se puede elegir este campamento a edades más tempranas, pero en ubicaciones más cercanas y con menos duración.
Requisitos indispensables
Sea del tipo que sea o el desembolso que haya que hacer en cada caso, en este tipo de espacios donde se trabaja y se está con niños se deben cumplir una serie de medidas indispensables y obligatorias para velar por la seguridad de los más pequeños. Lo primero de todo es conocer al personal que estará a cargo de los niños, si cuenta con una formación específica para atenderles o cuántos niños estarán al cuidado de cada persona. Además, es importante echar un vistazo a las instalaciones en materia de seguridad e higiene.
Otro de los aspectos clave y que se debe facilitar (sobre todo cuando se trata de campamentos fuera de la ciudad y donde los niños se quedan a comer y dormir) es todo lo relativo a la manutención, la cantidad y horario de las comidas o si se da la opción para aquellos menores con alergias o intolerancias. Lo mismo respecto a su salud: hay que preguntar si entre los responsables hay alguna persona con conocimientos médicos o cómo actúan en el caso de que el menor sufra una urgencia médica y deba ser atendido cuanto antes.
Contar con su opinión
Cuando ya el niño tiene una edad, una buena idea es involucrarle en la decisión y preguntarle por sus preferencias a la hora de disfrutar de esos días estivales. Por ello es importante escucharle y sopesar con él todas las opciones para que entre todos se elija el más acorde a sus gustos, su personalidad, así como a la necesidad educativa que tengan los padres. Lo más importante es que al final el niño vaya de manera voluntaria al campamento y contento.
Tomada ya la decisión, es aconsejable no esperar hasta el último momento para apuntar al niño al campamento. Se corre el riesgo de que ya no queden plazas y todo lo anterior no haya servido para nada. En la mayoría de los casos, la oferta de campamentos de verano se suele conocer con bastante antelación (sobre los meses de abril o mayo) para que los padres se vayan organizando y sopesando opciones.