El resultado es tentador: lucir las uñas de las manos y de los pies perfectas durante más tiempo. Algo que se puede conseguir si se recurre a los esmaltes semipermanentes. Sin embargo, en ocasiones hacerse la manicura o la pedicura con este tipo de lacas sintéticas puede acarrear una serie de posibles riesgos para la salud. Un peligro que, en la mayoría de los casos, se asocia a los componentes de esos productos de belleza que pueden derivar, entre otras afecciones, en dermatitis alérgicas que dañan, sobre todo, la piel de alrededor de las uñas. 

Un problema al que, además de esos compuestos de materiales plásticos derivados del petróleo, se une el hecho de que en ocasiones esa manicura y pedicura se llevan a cabo en salones de belleza y estética que no cuentan con todas las garantías de salubridad y seguridad. Establecimientos que, sobre todo, se eligen por el coste más económico a la hora de tener unas manos dignas de revista durante semanas.

¿Qué es y cómo se hace?

Por medio de esta técnica de belleza lo que se consigue es que esas uñas luzcan un tono que permanece perfecto durante semanas. De esta manera, ese esmalte se mantiene intacto ante posibles golpes --por ejemplo, si se hace deporte-- o por mucho tiempo que las manos estén en remojo --es el caso de la playa en verano o sencillamente haciendo tareas del hogar--. No pierde durante esos días ni su brillo ni su buen aspecto.

¿Cómo se consigue? En este caso lo que se emplean son productos cosméticos que se aplican sobre la uña en tres capas: una primera que se seca con una luz UV o LED durante unos segundos cada mano, una segunda que se vuelve a secar con el mismo procedimiento y una tercera y última capa con la que se aplica una fina película transparente que se vuelve a poner debajo de esa luz artificial y que es la que da esa característica de permanencia durante un par de semanas

Los posibles riesgos

Precisamente, el empleo de ese tipo de luz ultravioleta ya puede ser el primer peligro. Un secado que se hace durante unos segundos y que no tiene que derivar necesariamente en un cáncer de piel. Sin embargo, lo mejor en estos casos es actuar con sentido común: no abusar de este tipo de aparatos --que en la mayoría de los casos no cuentan con una comercialización regulada-- y usar siempre protección solar en las manos antes de cada sesión de belleza. 

Pero hay muchos más riesgos, sobre todo por los componentes más dañinos --formaldehido, tolueno, xilenos...-- de este tipo de esmaltes y de los productos empleados para retirarlas. Con el tiempo, y si siempre se recurre a este tipo de manicura, pueden aparecer reacciones alérgicas --ya no solo en las manos, también en el cuello o párpados--, además de que las uñas pierdan brillo, estén más frágiles, se abran por capas o empiecen a tener manchas blancas que puedan enmascarar algunas patologías que se observan en las uñas como enfermedades renales o hepáticas. 

Un peligro también para el profesional

Pero estas afecciones no solo se reducen al caso de las clientas que se hacen esa manicura o pedicura semipermante; también los profesionales están expuestos a esa reacción alérgica cuando el esmalte toca la piel. Lo mejor en estos casos es que el manicurista emplee las medidas preventivas oportunas como es el caso del uso de guantes de nitrilo en lugar de los de goma o látex que son menos seguros en este tipo de situaciones.

Un profesional haciendo una manicura semipermanente / Kris Atomic en UNSPLASH

Si no se han tomado las necesarias precauciones y la alergia ya ha hecho de las suyas lo mejor es visitar a un dermatólogo para que recete antihistamínicos para aliviar en parte el picor asociado a esa dermatitis, así como corticoides si el problema es de mayores dimensiones. De la misma manera, hay que olvidarse de esos kits caseros que se venden para hacerse la propia manicura o pedicura semipermanente en casa. 

Uñas bonitas... y sanas

No solo la cosmética ayuda a la hora de tener unas uñas perfectas durante más tiempo --que es menos importante que tenerlas sanas--. Para presumir de uñas perfectas y saludables --y no siempre pintadas-- se puede apostar por otra serie de hábitos. Estos sí se pueden --y se deben-- seguir de manera frecuente. Entre esos consejos están el alimentarse de forma equilibrada, no morderse las uñas, llevarlas siempre hidratadas y huir del tabaco que lleva a que estas empiecen a amarillear.

Además, conviene secarlas muy bien cada vez que se lavan las manos para evitar que el exceso de humedad pueda deteriorar la cutícula y generar posibles infecciones. También se deben usar productos adecuados para su cuidado, optar por el cortauñas para cortarlas correctamente --mejor rectas-- en lugar de unas tijeras o limas, y protegerlas con guantes cuando se manipulen productos tóxicos o detergentes químicos por ejemplo a la hora de fregar los platos o lavar la ropa a mano.