Tarragona es una de las provincias más conocidas y visitadas de Cataluña. Su legado histórico y la oportunidad de disfrutar de su extenso patrimonio arquitectónico han hecho de esta región uno de los secretos mejor guardados de todo el Mediterráneo.
Más allá de su legado cultural, el paso del tiempo ha posicionado a este región como uno de los principales atractivos en el ámbito gastronómico y de ocio de costa del panorama nacional. Diferentes motivos convierten Tarragona en uno de los mejores destinos de España para conocer y empaparse al máximo.
Gastronomía de alto nivel
Si por algo es conocida la región de Tarragona es por la gran calidad de su gastronomía. Uno de sus productos estrella es el atún rojo. Pese a que su pesca está muy controlada por los diferentes organismos que se encargan de ello, restaurantes como La Llojta, ubicado en la calle Sant Roc, 23 han elevado su elaboración a un nivel superior, gracias al cuidado por el detalle en la selección de las mejores piezas para consumir.
El marisco es otra de las señas de identidad de esta región. Las ostras ocupan un lugar más que destacado, convertidas en una de las variedades más conocidas. Existen diferentes espacios en los que es posible disfrutar de su sabor más original, siendo Musclarium, en la bahía de Alfacs, uno de los más recomendables para acudir.
Anfiteatro de Tarraco
En el terreno cultural, el anfiteatro de Tarraco es uno de los principales atractivos turísticos de la provincia. Fue construido a finales del siglo II y actualmente todavía es posible acceder a su espacio interior para conocer en primera persona todos los restos que todavía se conservan.
Este lugar llegó a albergar hasta un total de 15.000 personas, que asistían de manera habitual a ser testigos de todos los actos y espectáculos que se realizaban en su interior. Para visitarlo, es recomendable comprar la entrada. No obstante, sin la entrada también es posible disfrutar de la inolvidable estampa única que proporciona esta construcción con el mar Mediterráneo de fondo.
Circo romano
Tras el anfiteatro, el circo romano es otro de los principales secretos que guarda la ciudad de Tarragona para todos sus visitantes. En el momento de su construcción, su uso estaba reservado en exclusiva para disfrutar de las características carreras de caballos de la época y diferentes juegos teatrales, gracias al aforo que permitía en su interior, siendo capaz de acoger a 25.000 personas.
Su principal particularidad es que, al contrario de lo que ocurría con otros circos de la época, el de Tarragona está construido en pleno centro de la ciudad. Debido a su situación, contiene unas peculiaridades arquitectónicas que hacen único su interior. El gran trabajo de conservación que se ha realizado en él ha posicionado a este circo como uno de los mejor conservados de Occidente. Para visitarlo, es necesario adquirir la entrada que da acceso a su espacio principal y al Pretorio.
Ruta modernista
Además del peso que tuvo la arquitectura romana en su interior, Tarragona también acoge una gran cantidad de elementos arquitectónicos propios del modernismo. Uno de los más conocidos es el Mercado Central de Tarragona, construido por el arquitecto Josep Maria Pujol i de Barberà, uno de los máximos exponentes del modernismo catalán. Tanto para los amantes de la arquitectura como para los que no lo son tanto, la belleza que desprende su fachada y su espacio interior hacen que su visita sea especialmente recomendada.
Otro de los puntos más atractivos de esta ruta es el matadero, situado en la zona más alta de la ciudad. Fue construido entre los años 1899 y 1901, siguiendo los planos del mismo arquitecto mencionado anteriormente. Actualmente, este espacio acoge las dependencias del Rectorado de la Universidad Rovira i Virgili. No en vano, su visita merece la pena para disfrutar de la imagen de su fachada, diseñada milimétricamente hasta el más mínimo detalle.