Situado en el Prepirineo, limítrofe tanto con la comunidad de Cataluña como con Aragón, se encuentra un valle repleto de belleza que concentra cada fin de semana a centenares de personas a lo largo de toda su extensión: el Valle de la Terreta. Un espacio no tan conocido como otros valles que tienen presencia en las diferentes provincias de España, pero cuya diversidad natural y la cantidad de atractivos a los que da cobijo provoca que sea uno de los entornos naturales que desprende una mayor belleza en nuestro país.
A lo largo de toda su extensión, destacan principalmente dos factores: la presencia de las diferentes montañas de piedra salvaje asentadas sobre bosques de pino y de roble, y las diversas aves y animales de multitud de especies que se han ido asentando con el paso del tiempo a lo largo de toda su extensión.
Un área despoblada
Los territorios que pertenecen al Valle de la Terreta pertenecen a nivel administrativo a la provincia de Lleida. No obstante, la mayoría de los visitantes que acuden a su espacio a visitarlo y admirar la belleza de sus paisajes lo hacen a través de la provincia de Huesca, como consecuencia del fácil acceso que se puede conseguir desde la localidad de Arén.
Han sido precisamente la dificultad de su acceso, unido a las complicaciones a nivel económico que sufrió esta zona décadas atrás, dos de los motivos que provocaron una despoblación cada vez más severa. La población que habitaba en esta zona se vio obligada a iniciar un proceso de migración urbana hacia localidades de mayor tamaño en busca de un mejor futuro laboral. No obstante, ha sido precisamente en los últimos años, con el auge del teletrabajo y el carácter económico de la zona, los dos factores que han provocado que cada vez más este punto de España goce de mayor densidad de profesionales.
Aulàs y el Wwoofing
Aulàs es una de las poblaciones rurales que se encuentran alrededor de este valle. Y también es un destino cada vez más frecuente por parte de diferentes viajeros que acuden a este lugar con el objetivo de practicar una modalidad de trabajo conocida como Wwoofing. Es decir, el aprendizaje del oficio del labrador en una granja orgánica a cambio de recibir un techo y comida en las inmediaciones del huerto. Una práctica cada vez más extendida entre una gran cantidad de jóvenes europeos que deciden emprender un viaje por diferentes países del continente con el mínimo impacto económico posible.
Además, en los últimos años también han cobrado especial relevancia todas las personas que se han ido asentando en la zona de alrededor buscando una espacio tranquilo al que acudir a realizar diferentes retiros espirituales, motivados por la creciente oferta de apartamentos y casas del pueblo que se ofertan en las diversas plataformas de alojamiento turístico de la zona.
El Valle de los buitres
Uno de los principales atractivos con los que cuenta la zona es el conocido como Valle de los buitres. Ubicado en la Torre de Tamúrcia, en su interior es posible disfrutar de un centro de interpretación que ofrece a todos sus visitantes información sobre todas las razas de aves que se encuentran distribuidas a lo largo de todo el territorio.
Desde su interior, es posible conectarse con dos videocámaras que se encuentran situadas en puntos estratégicos con el objetivo de disfrutar de toda su presencia. Además, también es posible disfrutar de ellos en primera persona por medio de prismáticos desde uno de sus miradores.
Los lagos, su gran seña de identidad
Además de los diferentes atractivos que pueden ofrecer sus montañas, el valle también es conocido por la presencia de los diferentes lagos que se encuentran situados en su interior. Uno de los más populares es el Embalse de Escales, conocido por sus aguas de azul turquesa y posicionado como el lugar en el que se suele disfrutar de actividades como la pesca y de esquí acuático. Especialmente los fines de semana es muy común la presencia de algunos vecinos de la zona realizando sus actividades favoritas.
El Pantano de Sant Antoni, situado en el lado contrario del Valle, descansa el agua del río Noguera Pallarea. Este pantano es otro de los espacios que más visitas recibe, especialmente durante los meses del verano.