La enseñanza de los números romanos afirma que el número 4 tiene que quedar representado bajo la figura del IV. Sin embargo, en la mayoría de relojes analógicos, especialmente las piezas que forman parte de algunas de las marcas más importantes, el número cuatro se asienta sobre la figura de los cuatro palos, IIII. Un buen ejemplo de ello es el reloj que se posa en la parte más alta del Big Ben, en Londres, o el de la Puerta del Sol, en Madrid.
Pese a que inicialmente el sistema de numeración romana se basaba en el método aditivo. En el que I + I daba como resultado II. El paso del tiempo propició que se basara en el método sustractivo, mediante el que el número anterior de cada combinación de cifras resta cantidad al siguiente. De esta manera, el número cuatro pasó de escribirse de IIII a IV.
La horología y el cuidado por el detalle
Son muchas las teorías que versan acerca de por qué la mayoría de los relojes apuestan por el IIII en vez de por el IV. Sin embargo, la más extendida se basa en la importancia del factor estético, tal y como afirma el Instituto Británico de Relojería. Al situar en la esquina inferior derecha cuatro caracteres simétricos, la esfera consigue un aspecto mucho más simétrico y acorde con el espacio que ocupa.
Del mismo modo, el símbolo I es el que aparece en las primeras cuatro horas, el V aparece en las siguientes cuatro y, por último, la X también aparece en las cuatro últimas. Una manera muy simple de proporcionar a todas las esferas un aspecto muy limpio y cuidado.
Depende de la firma y del modelo
Pese a todo, no todas las firmas han apostado por este sistema de representación. Incluso algunas de ellas, dependiendo de la pieza en cuestión, trabajan con el IV y con el IIII indistintamente, permitiendo que cada caja quede representada de la mejor manera posible. Por lo que no hay una regla oficial al respecto.
No obstante, las firmas de lujo sí que son las que más han apostado por esta numeración. El cuidado por los detalles que se imprime en cada una de estas piezas es el aspecto que provoca que se cuiden todos los detalles en su interior. Entre ellos, el orden simétrico.