La sorpresa de una familia rusa fue mayúscula cuando se encontraron a un gato literalmente congelado, muy cerca de su casa. Las bajas temperaturas (hasta 35 grados bajo cero) habían dejado al gatito pegado al suelo, sin poder moverse y a punto de morirse.
Inmediatamente se pusieron manos a la obra y, a base de echar agua caliente durante un buen rato, pudieron despegarle las patitas del suelo y llevarle al veterinario.
Ahora, el gatito (que tiene unos ocho meses de edad) se ha recuperado y vive feliz con sus salvadores, a los que, sin duda, les estará agradecido de por vida.