Menú Buscar
Pásate al modo ahorro
Una joven con un rostro cuidado gracias a la vitamina C / Park Street en UNSPLASH

¿Vitamina C en la piel? Consejos y precauciones

Este elemento, que no puede producir el cuerpo, deja una piel radiante, más tersa y luminosa

Victoria Herrero
6 min

En las publicidades de belleza y cosméticos, sobre todo para la piel de rostro, la vitamina C es uno de los grandes micronutrientes que se anuncia, gracias a los numerosos beneficios que trae para el cuidado del rostro. Aspectos positivos en forma de aportar una mayor dosis de luminosidad, regenerar el colágeno natural, retrasar los signos del envejecimiento o mejorar la textura de la dermis facial.

Sin embargo, esta poderosa vitamina (obviamente imprescindible no solo a nivel estético sino para la salud del organismo) debe usarse convenientemente para obtener esos beneficios y que no resulte dañina por un uso excesivo, en la piel. Las aplicaciones en cosmética son múltiples por medio de cremas, sérums y ampollas o bien por vía oral, con lo que su acción es más inmediata y directa. 

Poder vitamínico

En el caso de esta vitamina, el cuerpo no puede producirla de manera natural por lo que lo más recomendable es aportarle la dosis que necesita tanto para un interior como para un exterior saludable. Así, como se ha mencionado anteriormente, en el caso de los productos cosméticos entre cuya composición está la vitamina C estos actúan dando al rostro un aspecto más saludable, joven y radiante. En este caso, además, se ha demostrado que al ser un potente antioxidante resulta esencial para prevenir el envejecimiento prematuro de la dermis. 

Unos beneficios que sobre todo se notan cuando ese aspecto del rostro es apagado y aparece cansado. La vitamina C actúa como un estímulo añadido para quitar algunas décadas a la piel, al mismo tiempo que ayuda a las células cutáneas a incrementar su producción de colágeno; una de las sustancias naturales que rellenan la piel y alisan las posibles arrugas que ya hayan aparecido. 

Recomendaciones

Conocer los beneficios que trae el usar remedios para la piel que estén enriquecidos con vitamina C no está reñido con que uno se asegure de que su aplicación es la correcta. Y es que no todos los productos cosméticos con este ingrediente son iguales ni hay que aplicar la misma cantidad, por lo que es mejor saber algunas recomendaciones para evitar dañar la dermis

Antes de aplicarse un cosmético con ácido L-ascórbico (vitamina C) conviene detenerse en su formulación. Así pues, una concentración por debajo de un 8% apenas hace nada, mientras que si se supera el 15% esto puede causar alguna irritación en la piel. Además, si se quiere mejorar su eficacia es conveniente aplicarla en combinación con otros compuestos (por ejemplo, ácido hialurónico) ya que si es vitamina C pura se degrada nada más entrar en contacto con el oxígeno, así como con un fotoprotector alto para evitar que la acción de la radiación solar la oxide.

¿Y para el interior?

Además de para lucir un aspecto radiante, la vitamina C es uno de los nutrientes esenciales que deben formar parte de una dieta semanal equilibrada. Al ser una vitamina liposoluble el cuerpo la emplea para reparar y mantener los tejidos celulares, además de para fortalecer el funcionamiento del sistema inmunológico (clave en los meses de más frío) y ayudar al organismo a aprovechar el hierro que tienen otros alimentos. Eso por no hablar de su acción antienvejecimiento antes comentada. 

Los cítricos presumen de tener una alta dosis de vitamina C / Isra E en UNSPLASH
Los cítricos presumen de tener una alta dosis de vitamina C / Isra E en UNSPLASH

Así pues, cuando se produce un déficit de vitamina C en el organismo este se muestra con mayor sensación de malestar, las articulaciones están doloridas, las heridas no cicatrizan correctamente y hay una pérdida gradual de apetito entre otros síntomas. En los casos más graves, la carencia significativa de este elemento natural puede llevar a la aparición del escorbuto.

Dosis diaria de vitamina C

Pero antes de que todo lo anterior ocurra, es esencial hacer un buen repaso a los alimentos que se ingieren de manera diaria para saber la cantidad de vitamina C que se está aportado al organismo. Este nutriente está presente en la mayoría de las verduras y las frutas frescas sobre todo cítricos, fresa, kiwis, coles o berros. Pero hay más alimentos ricos en vitamina C y que resultan más desconocidos: picantes como el chile o la guindilla, hierbas aromáticas como el perejil o las semillas de mostaza entre otros. 

Al igual que ocurre con la piel, al tratarse de un elemento delicado que se deteriora con la luz y las altas temperaturas (además de perder parte de su poder en la cocción) lo mejor es tomar esos alimentos en raciones frescas y crudas. De esta manera, un adulto podrá llegar a la dosis de 80 miligramos diarios recomendados; mientras que en el caso de los más pequeños sería suficiente con entre 15 mg y 45 mg a medida que van cumpliendo años.