La tradición eclesiástica de Cataluña es evidente. Los largos siglos de historia han dejado iglesias de todo tipo extendidas por el territorio, pero hay una que destaca por estar escondida en un lugar que nadie ve: un cráter.
Como muchos ya saben, Cataluña es tierra de volcanes, en concreto la zona de la Garrotxa. Algunos ya están extintos, otros aún los dan por dormidos, pero desde hace siglos. Y así fue que hubo unos valientes que decidieron arriesgar.
Construcción
Poco se sabe sobre quién ordenó construir esa edificación, lo que sí cuenta sus componentes arquitectónicos es desde cuándo se encuentra allí. Todo apunta a que fue construido en torno al siglo XII.
Los primeros datos que se tienen de ella son más tardíos, de 1403. Poco después sufrió grandes destrozos y es que en 1427 la zona fue azotada por un terrible terremoto. De allí que su estado.
Estilo arquitectónico
A pesar de que sus restos dejan ver el estilo románico catalán característico, un ábside semicircular, una ventana de medio punto de medio punto en una de sus paredes y una gran puerta rectangular, todo esto se observa de lejos. Por precaución, no se puede entrar.
Los curiosos, en cualquier caso, pueden saciar sus deseos gracias a la puerta de madera de la entrada. En ella hay unos cristales que permiten echar un vistazo a su interior.
El cráter
Poco más se sabe de este rincón. Se sabe que el templo está dedicado a Santa Margarida y que también se celebraban cultos paganos. El quid de la cuestión está en una chimenea volcánica situada frente a la puerta con aspecto de monolito. ¿Para rituales? No se descarta.
La zona de la Garrotxa da para mucho. Cuenta con más de 40 volcanes y este en concreto, el volcán de Santa Margarida del Cot, tiene ya 11.000 años de historia. En todo este tiempo, se han construido iglesias, poblados a su alrededor y celebrado todo tipo de cultos y rituales.
Camino a la iglesia
Llegar hasta esta iglesia y en concreto este cráter cubierto por vegetación situado a 682 metros de altitud es posible. Hay un sendero de piedra volcánica, negra como la tiña, que se eleva por este volcán.
Tras subir hasta su cima, rodeados de castaños, empieza el descenso al cráter. No sin antes contemplar sus dos kilómetros de superficie. Una imagen difícil de olvidar.
Cómo llegar
Lo dicho, una vez arriba, hay dos caminos distintos para iniciar la bajada a la iglesia. Uno baja de forma directa al agujero ya cubierto de vegetación, el otro permite recorrer todo el perímetro para verlo de todos los lados antes de llegar a la ermita.
Para llegar, el camino más fácil y rápido es pasar por Olot, incluso si se sale de Girona. Una vez en la capital de la Garrotxa se ha de ir en busca de la carretera de Santa Pau, la GI-524. A mano derecha, al cabo de unos kilómetros se encuentra el parking para dejar el coche antes de subir a la iglesia.