El mundo se ha enternecido al ver como un niño de tan sólo tres años se dirige a quirófano para someterse a un trasplante de corazón. Lo hace aparentemente feliz y al ritmo de Watermelon Sugar de Harry Styles.

Waylen, que así se llama el pequeño, sufría una miocardiopatía restrictiva, una enfermedad de carácter grave que precisa de un trasplante. Se trata de una operación no muy complicada aunque con 12% de mortalidad quirúrgica.

Intervención

Lo que suele ser más difícil en estos casos es encontrar a un donante a tiempo. Ocho meses ha tardado el niño en conseguir. A tiempo para poder llevar a cabo la intervención.

Tras conocer la noticia, el chico no pudo evitar la alegría y, dichoso, tomó el camino al quirófano con la felicidad de seguir viviendo gracias al donante.

Reacciones

No es la única persona feliz con lo sucedido. “Las palabras no pueden explicar lo feliz que estoy. Es agridulce, pero estoy tan feliz de que, finalmente, haya llegado este momento”, señala la madre de Waylen. “Ahora puede vivir su vida. Nunca antes había tenido una infancia. Nunca jugó. Nunca habló con otros. Ahora es un niño completamente diferente”, relata.

Más allá de la familia del menor, la cardióloga pediátrica que operó a Waylen, Laura D’Addese, se muestra exultante. “Esta es la razón por la que hago lo que hago. Llegamos a conocer a estas familias tan íntimamente... Lleva aquí ocho meses”, concluye.