No son pocas las personas que optan por vivir en una casa prefabricada en pleno campo, sea para comprar como para alquilar, ante los elevados precios de la vivienda en algunas grandes ciudades. La pandemia ha generado, y en algunos casos acelerado, esa necesidad de tener un pequeño terreno en el que evadirse más allá de las cuatro paredes clásicas.

Unos argumentos, el de un menor desembolso económico y una mayor libertad que en el caso de los pisos, que se unen al hecho de que este tipo de viviendas ofertan diferentes modelos, se pueden ajustar y amoldar a las necesidades de sus moradores y suelen contar con sistemas que son más respetuosos con el entorno natural. Eso sí, antes de comprar y vivir en una vivienda de este tipo es importante saber una serie de aspectos relacionados tanto con sus pros como con sus contras.

Ventajas

Entre los aspectos positivos más reseñable por parte de aquellos que se decantan por este tipo de hogares está el hecho de que de media el tiempo de ejecución de los mismos es mucho menor que en la construcción industrializada de un piso o una casa de manera convencional. No existe, por tanto, esa demora ni en los plazos de fabricación, ni en los de obtener los trámites o licencias pertinentes y ni tampoco en el montaje en el lugar elegido para disfrutarla, ya que esto último se resuelve en unos pocos días

Otra de las ventajas es la posibilidad de personalización asociada a las casas prefabricadas. Así pues, en la mayoría de los casos al cliente se le presenta un modelo básico o estándar que va ganando en versatilidad en función de los gustos, preferencias y necesidades de cada familia que va a vivir en esa vivienda. Además, si con el tiempo se aumenta el número de miembros de la misma siempre se puede ampliar sin necesidad de meterse en farragosas obras posteriores. 

Edificio convencional que nada tiene que ver con una casa prefabricada / Hopers Studio en UNSPLASH

Sostenibilidad

Aunque se trata de un aspecto positivo, este aspecto merece una dedicación aparte. La mayor parte de las casas prefabricadas que hoy en día se fabrican y comercializan responden a parámetros sostenibles; no solo en los materiales empleados y en la apuesta por sistemas que redunden en una eficiencia energética, sino también en los residuos generados en su construcción. 

Así pues, muchos de los que se decantan por trasladarse a vivir a un inmueble de estas características (y dentro también de esa personalización), lo hacen por residir en un espacio donde se ha invertido en aislantes sostenibles en la fachada, se han eliminado los puentes térmicos y se han usado sistemas de ventilación pasiva, así como de recuperación de calor que puede que no se encuentren en un bloque de pisos común. 

Los aspectos negativos

Pero, como todo, tras la parte buena en ocasiones conviene tener en cuenta los contras de una decisión como comprarse y vivir una casa prefabricada. Residir en este tipo de viviendas no solo se refiere a la parte interior, sino que en ocasiones este tipo de hogares vienen acompañados de una preparación del terreno donde se instalan... y esto hace que el precio final pueda encarecersecon respecto al presupuesto inicial con el que se contaba en un primer momento. 

En el caso de que esta casa sea de madera, las personas que vivan en ella deben saber que al cabo del año el mantenimiento de este tipo de construcciones es más complejo y delicado. Otro coste extra ya que normalmente se encargan de ello profesionales especializados en este tipo de material natural. A todo esto se suma el hecho de que la construcción en paneles fabricados no ofrece la misma resistencia y la misma calidad estructural que las construcciones tradicionales de cemento y ladrillos. 

¿Y a nivel burocrático?

Todo el papeleo administrativo y de bancos asociado a la compra de una casa puede que a muchos les eche para atrás cuando se trata de adquirir una propiedad inmobiliaria. En este tipo de situaciones, la de las casas ya fabricadas, es cierto que esos trámites legales son más ágiles. Aunque eso no quita con que se deban obtener todos los permisos pertinentes en relación a la licencia de obras, dirección de obra, licencia de primera ocupación, cédula de habitabilidad, certificado energético, gestión de los suministros...

Lo que ya no resulta tan sencillo, y es una desventaja en sí misma, es encontrar financiación para poder pagar el coste de esta vivienda. Al ser una opción residencial que poco a poco va ganando terreno en España y no es muy mayoritaria entre los futuros inquilinos, lo cierto es que son pocos los bancos que ofrecen créditos hipotecarios con condiciones parecidas a los de las casas convencionales.