Esta es la increíble historia de Manel Monteagudo, un hombre de 58 años, de Coruña, que tras sufrir un accidente en 1979 se pasó “dormido” 35 años. Los hechos ocurrieron el 28 de febrero de 1979, el día en que cumplía 23 años.
Manel, que trabaja como electricista naval, se precipitó desde una altura de seis pisos mientras viajaba en un navío que partió de Bremen (Alemania) hacia Irak. A consecuencia del brutal impacto que recibió en la cabeza al chocar con el suelo, entró en coma por más de tres décadas: el 15 de octubre de 2014, volvió a abrir los ojos.
Un accidente
En una entrevista al programa La hora de la 1, Monteagudo ha explicado que, tras el accidente, pasó unos meses hospitalizado en un centro de Irak, hasta que, luego, fue trasladado a un hospital de la capital gallega. Allí pasó varios años, y por último, fue derivado a su casa, donde Conchi, su mujer, permaneció al cuidado de él desde el primer momento.
De hecho, el entrevistado ha dejado al descubierto el crudo testimonio y el calvario al cual tuvo que hacer frente su esposa: “Los médicos le decían que cualquier día cuando se despertase me encontraría frío. Nada más. Mi camino era el cementerio. Le decían a mi esposa que asumiera que estaba muerto en vida".
Así fue su despertar
Sin embargo, todo cambió el día en que despertó. Un momento que recuerda a la perfección y del que destaca que no tuvo la sensación de que hubieran pasado más de 24 horas.
"Mi primera impresión es que el accidente lo tuviera el día anterior, que estaba en un hospital, pero en Basora. En ningún momento fui consciente de que estaba en España, yo pensaba que era el día siguiente del accidente”, ha afirmado ante las cámaras de TVE.
Su vida desde entonces
En este sentido, reconoce que lo que más le impactó fue ver el rastro que había dejado el paso del tiempo en la melena de Conchi, ya con canas, así como en su propio rostro: “Tan pronto le vi la cara, la reconocí. Mi mujer me dijo que había comprado un espejo con mango en un 'Todo a 100', porque ella estaba convencida en todo momento de que yo iba a despertar. Cuando me puso el espejo delante yo le decía: 'No, este no soy yo, este es un viejo, yo tengo 22 años'”.
Con todo, Manel cuenta que no podría hablar y que tuvo que someterse a un arduo proceso de rehabilitación. Hoy, confiesa que lamenta no haberse podido despedir de su padre, pero que disfruta de la compañía de sus hijas y su nieta. Cuanto al avance de la tecnología califica “ficción” el hecho de poder conectarse con otra persona a través de viodellamada.