Esta surrealista historia es un claro ejemplo de cómo una broma se te puede ir de las manos, pero llevado al extremo. Eso fue lo que le ocurrió a Laura Daudov, una mujer de Rusia que quiso gastarle una bromita a su marido, Daud, al decirle que se había hecho una prueba de embarazo y que había resultado positiva.
Es más, por si no fuera suficiente la primera mentira, afirmó estar embarazada de gemelos. Lo que no esperaba Laura era que el hombre reaccionara tan alegremente como lo hizo, lo que la acorraló en su propia farsa sin verse capaz de decirle la verdad a Daud: "No podía parar de fingir".
Se creyó su propia mentira
Según informa el diario Metro, Laura vio lo feliz que estaba su marido con la noticia y, como "no quería molestarlo", decidió seguir adelante con una mentira que acabó siendo una broma de muy mal gusto: "Decidí mentirle a él y a nuestros familiares fingiendo el embarazo".
La mujer contó su aventura a la prensa, donde aseguró que "no tenía un plan claro. A veces sentía como si mi barriga creciera, sentía como si estuviera embarazada. En enero fui a echar un vistazo a las cunas para bebés. Es difícil de explicar, por un lado sabía que no estaba embarazada, pero no podía dejar de fingir".
Los bebés 'murieron' al nacer
Llegó el momento de poner fin a su farsa y, nueve meses después de empezarla, Laura alquiló un piso cercano a un hospital. Eso fue el pasado 3 de febrero, día en el que aseguró a Daud que había dado a luz a sus dos pequeños, pero que por desgracia ambos habían muerto de un "aneurisma por hemorragia cerebral".
El marido, muy dolido, se creyó de nuevo las palabras de su mujer, e insistió en que sus hijos debían ser enterrados "en Daguestán, en el cementerio de su familia". Fue durante el funeral cuando el hombre no pudo más y necesitó abrir las tumbas de sus pequeños para verles antes de encerrarlos para siempre. Pero, al destapar los ataúdes, no encontró a sus bebés: Laura había metido a dos muñecos envueltos en mortajas.