La locura por la UFC parece que ha encontrado el remedio para superar al coronavirus. Dana White, dueño del campeonato de artes marciales mixtas, ha asegurado la continuación del próximo gran evento, programado para el 18 de abril, a pesar de todas las complicaciones derivadas de la pandemia.

A pesar de haber sustituido a Khabib Nurmagomedov en el evento principal, dado que el luchador se quedó atrapado en su Rusia natal recluido, el presidente de la UFC ha encontrado la solución para que todo continúe según lo previsto: comprar una isla privada para garantizar combates durante dos meses.

Una solución... ¿desesperada?

El dueño de la UFC ha hablado en TMZ Sport donde ha anunciado cómo funcionará la mayor empresa de artes marciales mixtas durante las próximas semanas. Todo dependía de encontrar un local que le permitiera celebrar su velada, programada para el 18 de abril, y lograr sortear la crisis del coronavirus. Y todo apunta a que ese sitio será "una isla privada", tal y como ha anunciado Dana White.

White quiere volver a la normalidad cuanto antes, y por ello ha comprado una isla para celebrar las veladas "durante dos meses. Estoy estableciendo una base allí, y vamos a lanzar peleas cada semana. Ahora estamos instalando la infraestructura, así que también comenzaré a hacer las peleas internacionales allí", anunció en TMZ Sport.

Esta alocada decisión se dio tras la reunión con Donald Trump, en la que el presidente de los Estados Unidos preveía volver a celebrar actos deportivos con público "en agosto o septiembre". "No podré llevar a todos los luchadores a territorio estadounidense, así que voy a comenzar a llevarlos a la isla y a hacer peleas internacionales allí", dijo White.

Un búnker envuelto en playas

Dada la negativa de las Comisiones Atléticas en Estados Unidos para mantener la competición, al igual que el resto de gobiernos del mundo, esta idea es la solución más original que ha encontrado. Todavía no tiene la isla cerrada al 100% y, cuando la tenga comprada, tampoco va a revelar su ubicación para evitar mayores problemas.

Todos los luchadores y personas que participen en los eventos, que serán sin público, viajarán en un avión privado hasta allí y serán sometidos a exhaustivos controles médicos para evitar la propagación del Covid-19 en la isla. Los luchadores permanecerán allí encerrados, como si fuera un búnker, alejados del coronavirus hasta que todo vuelva a la normalidad.