Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat. Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. Hablar de estos dos artistas es hacerlo de la historia viva de la canción española. El Símbolo y el Cuate, como se encargaron de publicitar en un documental que repasaba sus andanzas por Latinoamérica. Y es que, a pesar de los años, los dos músicos siguen con ganas de salir de gira y seguir llenando recintos en noches de gloria.
Sin embargo, sus últimas actuaciones han estado más marcadas por la polémica y el morbo que por lo meramente musical. El pasado año, Joaquín Sabina tenía que retirarse en mitad de una de las actuaciones por un problema de afonía. Este año, hace unas pocas semanas, el artista madrileño sufría una caída desde el escenario que acababa con un traslado al hospital y varias contusiones. Aun así, hay que romper una lanza por dos creadores que han aportado tanto a la música de nuestro país.
Mucho más que dos
Toda historia tiene un comienzo y toda gira tiene un primer concierto. Sabina y Serrat se conocen desde hace años, sin embargo, no saldrían juntos de gira por primera vez hasta la década de los años noventa. Serían otros dos amigos comunes, Ana Belén y Víctor Manuel, los que los sacarían de gira en su Mucho más que dos que acabaría cristalizando en un álbum doble donde se encontraban grandes colaboraciones de artistas del momento, como Antonio Flores, Pablo Milanés, Miguel Ríos y, por supuesto, Sabina y Serrat.
Antes, podemos suponer que la relación entre ambos cantautores también sería buena, teniendo en cuenta que el madrileño siguió la senda que había marcado casi una generación atrás el catalán. Prueba de ello es el tema Mi primo el nano, una de las canciones que Sabina le dedicaría a su gran amigo, incluida en el disco Yo, mi, me, contigo.
Dos pájaros de un tiro
Si bien estos fueron los puntos de partida, la primera gira oficial que se marcaban juntos llegaría en el año 2007, con Dos pájaros de un tiro. Un disco en directo grabado durante la gira homónima donde ambos cantautores interpretaban sus temas, pero también los del otro, en una muestra más de la gran conexión artística y humana que existe entre ambos.
De aquí, además del disco, saldría algo todavía mejor: la sensación de que juntos eran algo más que la suma de sus partes. Es por eso por lo que seguirían su camino de manera paralela con la grabación de un álbum titulado La Orquesta del Titanic, que también dejarían grabado en directo en el mítico recinto bonaerense de Luna Park, en 2012.
Mirada a toda una vida
Dos años más tarde, en 2014, llegaba un nuevo reconocimiento más a su gran trayectoria con el estreno de documental que mejor ha sabido retratar a las personas que hay tras los personajes públicos El Símbolo y el Cuate. Una mirada cinematográfica sobre la pasión con la que se vive la música en Latinoamérica y, de propina, un repaso a su gira por toda América del Sur.
Tras todo esto, los dos músicos se vuelven a embarcar en una nueva gira: No hay dos sin tres, con la que de nuevo se ponen en la carretera. Una gira que, de hecho, pasó por Barcelona el pasado 26 de enero. Un concierto de altura ante un Palau Sant Jordi abarrotado para procurar el enésimo homenaje a estos dos pájaros de la canción de autor.
El paso del tiempo
Sin embargo, el paso del tiempo parece que a veces es capaz de poner más trabas que las que, a priori, podría tener un concierto de cantautores sesentones en la escena musical actual. El público responde, las entradas se agotan, pero la voz ya no es la que era. Joaquín Sabina ya se resintió de su instrumento en un concierto en Madrid, donde anunció que le había dado un “Pastora Soler”, en alusión a la cantante que también se bajó del escenario antes de tiempo por una crisis de miedo escénico.
El otro triste episodio ocurría hace unos días, cuando El Cuate se caía del escenario. Por fortuna, ya ha sido dado de alta y ha anunciado que esto no va a interrumpir la gira. “Porque el amor (a la música) cuando no muere mata. Porque amores que matan nunca mueren”, que diría el de Úbeda.