Hace tiempo que un hecho tan básico y habitual no cobra tanta importancia: lavarse las manos. Con la llegada del coronavirus, uno de los consejos que más se está dando para evitar el contagio de la enfermedad es el lavarse bien las manos. Un gesto que nos parece muy sencillo pero que no hacemos tanto como deberíamos.
Desde la gripe a una neumonía, la gastroenteritis o la conjuntivitis, son algunas de las más de 200 enfermedades que se transmiten a través de las manos. Por eso la necesidad de lavárselas constantemente, y de la forma correcta: nos protege de infecciones, de la propagación de enfermedades y de la resistencia antibiótica.
La forma correcta del lavado
Lavarse las manos nos permite acabar con los microorganismos que cogemos cuando vamos al baño, al tocar alimentos crudos, toser, estornudar... Pero lavarse tampoco es pasarse agua. Hay que hacerlo bien, debe durar más de un minuto y frotar constantemente la zona. Si no frotamos más de 20 segundos, no sirve de nada. Además, se tiende a olvidar zonas como los dorsos, los pulgares o las muñecas.
Estas partes son igual de necesarias que las palmas, aunque no lo parezca. Igual que la frecuencia es importante, ya que limpiarse las manos menos de seis veces al día tampoco es lo adecuado. En realidad, conviene hacerlo siempre que la ocasión lo requiera. Y, por supuesto, siempre con jabón. Agua sola no sirve de nada. Además, hay que tener en cuenta que el secado también es importante, ya que las zonas húmedas que quedan son foco de bacterias.
Consejos para tenerlas limpias
Hay cinco pasos imprescindibles para lavarse las manos satisfactoriamente. Lo primero, y básico, es mojarlas en agua limpia aunque sean cinco segundos. El siguiente paso sería enjabonar y frotar --debe salir espuma, si no es insuficiente-- al menos 20 segundos. Como ya se ha comentado, hay que incluir las palmas, los dorsos, los dedos --de arriba a abajo-- y los espacios entre estos, las uñas y las muñecas.
Para finalizar, hay que volver a enjuagarlas en agua limpia y secarlas de la mejor manera posible. Y lo mejor es que, en ciertos casos, se haga al momento: al llegar a casa, antes de cocinar, después de usar el baño, si vamos a atender a un bebé o a un anciano, si tocamos alguna mascota, al haber usado transporte público, antes de comer y, por último, cuando se manipule cualquier objeto que esté sucio.