Tanto para una excursión de un día como para una escapada de fin de semana, a menos de dos horas de Barcelona hay muchos lugares de visita imprescindible.
Pueblos con encanto, construcciones de piedra, espacios naturales, incluso bosques encantados son algunos de los mejores destinos.
Gurb
El primer emplazamiento que merece mención es el Gurb, un municipio donde se combina el arte románico, las calles empedradas y unos alrededores de gran belleza, donde el punto más especial es el llamado Bosque encantado.
Además, en el Gurb se puede disfrutar de una gastronomía típica local para alegrar el estómago, embutidos excepcionales. Se encuentra junto a Vic, a una distancia de apenas una hora desde Barcelona. Un destino ideal para recorrer en bici o en el que hacer senderismo.
Miravet
A dos horas justas en coche y después de atravesar una distancia de 160 kilómetros, se puede llegar desde Barcelona a Miravet.
Sus paisajes de cuento trasladan al visitante hasta la época de los templarios. Imprescindible mirar el perfil que crean el castillo y el río Ebro al atardecer. Es un sitio ideal para salir a hacer fotos, para disfrutar de un pueblo de fantasía y para respirar aire puro desde la cima del castillo.
Tivissa
También a dos horas de Barcelona y 150 kilómetros, Tivissa ofrece unas bonitas vistas medievales a orillas del río Ebro. Ya desde la carretera se puede admirar el perfil que ofrece el pueblo, pero adentrarse en él es un auténtico encanto.
Merece la pena callejear por su casco histórico, fotografiar sus puertas medievales y admirar los diferentes estilos arquitectónicos que se fusionan en la iglesia Arciprestal de Santiago.
Beget
Para los viajeros que busquen un enclave natural y cultural sin igual, pero a la vez un lugar donde descansar y tomarse la vida con otro ritmo, lejos del reloj o de las excursiones programadas que pueden hacer que el fin de semana no sea tan relax como se esperaba, Beget puede ser la respuesta.
Es un pueblo muy pequeñito, situado a 150 kilómetros y dos horas en coche, que se puede recorrer en apenas treinta minutos. Su mayor atractivo turístico es la iglesia románica de Sant Cristòfor, pero lo mejor es, simplemente pasear por sus calles empedradas, disfrutar de su ambiente medieval y respirar en su montaña.
Calella de Palafrugell
Situado en la Costa Brava, es un pueblo de pescadores que mantiene su esencia. Tomar un refresco o una cerveza en sus porches, con vistas al mar y al color de las edificaciones bajas es una de las actividades que se pueden hacer aquí y que devolver al viajero esa calma que solo el mar sabe dar.
Tossa de Mar
Menos de 90 kilómetros separan Tossa de Mar de Barcelona, un trayecto que se tarda en recorrer aproximadamente hora y media y que conduce al viajero hasta un paisaje excepcional de la Costa Brava.
Es uno de los destinos más tranquilos de esta zona y tanto su casco histórico amurallado como su paseo marítimo bien merecen la pena una visita. También es interesante descubrir sus calas y playas más apartadas y pequeñas para disfrutar de un auténtico remanso de paz en pleno Mediterráneo, lejos del bullicio de otras playas catalanas mucho más turísticas y masificadas.