El nuevo plan nacional frente a la resistencia de los antibióticos pretende reducir su consumo que, en nuestro país se encuentra por encima de la media europea. Una de las medidas será reducir el tamaño de sus envases para velar que las dosis sirvan para cubrir tratamientos y evitar sobrantes. 

El objetivo del nuevo plan es frenar el consumo de este medicamento por debajo de la media comunitaria con veinte dosis diarias definidas por cada mil habitantes y día, una mejora significativa, aunque lejos aún de constituir un dato ideal.

 

Prescripción diferida

Otra de las modificaciones pasa por fomentar el uso de la prescripción diferida de antibióticos, es decir, recetar al paciente e instruirle para que solo adquiera y use el fármaco si los síntomas empeoran al cabo de unos días. 

Y es que la aparición y propagación de las infecciones causadas por bacterias que son resistentes al tratamiento con este fármaco constituye una de las amenazas más graves a las que se enfrenta la salud pública.

Uso inapropiado

La disminución de su efectividad se debe a varios factores. Entre ellos, su uso inapropiado e indiscriminado, que causa un gran impacto clínico, epidemiológico y microbiológico.

Se trata de un problema global que afecta tanto a la salud humana como a la sanidad animal, así como a la ganadería, la agricultura, el medioambiente, el comercio y, por tanto, la economía mundial. Alrededor de 33.000 personas mueren en la UE cada año por la resistencia bacteriana, en España 3.000; más que por accidentes de tráfico