Las piscinas municipales valencianas se ven acechadas por una nueva moda, la de defecar en las balsas. La aparición de excrementos en los municipios levantinos de Catarroja y Massanassa han forzado a que algunos bañistas decidan ahorrarse el baño, e incluso en algunos casos se ha tenido que interrumpir el servicio.
Catarroja tuvo que desalojar las dependencias dos veces, y en una una de esas ocasiones se vieron afectadas la balsa la grande y la infantil. Almàssera se vio obligada a interrumpir el servicio al tener que sacar piedras y vidrios del agua, y Massanassa tuvo que cerrar cuatro veces un complejo que inauguró con capacidad para 400 bañistas, según El Mundo.
Alerta sanitaria
Las piscinas son un caldo de cultivo ideal para que se desarrollen los virus. Cada vez que se produce un incidente fecal en una piscina pública, el protocolo indica que hay que desalojar el recinto, extraer los residuos y tratar las aguas en un proceso que puede durar hasta un día entero.
Algunos municipios han decidido ponerle remedio. Tavernes Blanques identificará a los bañistas y revisará sus pertenencias antes de poder acceder al recinto después de sufrir varios episodios en los que hubo que limpiar el fondo de cristales y el agua de excrementos. En l'Olleria pasó algo parecido, y se optó por reorganizar los horarios –se prohibió el baño de los niños de las escuelas de verano por la mañana– y reforzar la vigilancia.