Madrid encierra muchos rincones con historia. Pero, más allá del Museo del Prado y del parque de El Retiro, esconde algunas de las calles más emblemáticas de nuestro país. El digital España Fascinante ha recopilado algunas de ellas para aquellos viajeros que no se conforman con los lugares que aparecen en las guías turísticas:
1. Calle de la Pasa
Hay un dicho gato que reza "Él que no pasa por La Pasa, no se casa". Lo que hace que algunos curiosos se dejen caer por la vía de la capital de España como quien no quiere la cosa. Pero su nombre esconde otro motivo: en esta calle se daba alimento a los mendigos que se acercaban, y sí, entre ellos, uvas pasas. Pero los dos hechos se justifican por un mismo motivo: allí estaba el Palacio Episcopal, que hacía que todo aquel que quisiese contraer matrimonio tuviese que pasar por la sede del arzobispado.
2. Calle del Desengaño
Del amor al desamor, ya que Madrid también alberga una calle para aquellos que han sufrido por esta emoción. Este rincón se encuentra tras la Gran Vía, y es una de las más antiguas de la ciudad. Cuenta la leyenda que su nombre se debe a un duelo entre dos caballeros por una dama.
3. Calle de la Abada
También conecta con la Gran Vía y, según cuentan, debe su nomre a unos feriantes lusos, ya que "abada" es la hembra del rinoceronte en portugués. Un animal que trajeron consigo desde el país vecino, y después de que un panadero de la zona le ofreciese un trozo de pan con el que se quemó, su estampida causó dos muertos. Una historia que dejó por escrito Francisco de Quevedo.
4. Calle de Rompelanzas
Aunque hoy en día parece más una plaza que una calle, es la vía más corta de Madrid, y se encuentra en Preciados y el Carmen. Su nombre se debe a que, debido a sus escasas dimensiones, los carruajes no tenían nada fácil atravesarla y en más de una ocasión alguna vara o lanza se rompían al intentar la maniobra.
5. Calle del Pez
Este rincón se encuentra en el barrio de Malasaña. Don Juan Coronel adquirió la calle para construir allí su vivienda. Según cuenta la leyenda, su hija rescastó a uno de los últimos peces que quedaban en un estanque de la zona, y al morir el animal, ingresó en un convento.