El Grupo de Arqueología de Alta Montaña (GAAM), un equipo de arqueólogos procedentes del departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y del departamento de Arqueología y Antropología de la Institución Milà y Fontanals del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha encontrado los que hasta ahora son los restos humanos más antiguos del Pirineo catalán. Lo han hecho en la zona del Pallars Sobirà, en la conocida como Cueva del Hombre Muerto situada en el Valle de Siarb. La importancia arqueológica del hallazgo radica en el buen estado de conservación de los huesos, que ha sido fundamental para determinar que datan de mediados de la Edad del Bronce (1.700- 800 antes de Cristo), es decir, de hace unos 3.500 años.
Uno de los miembros del GAAM que ha participado en las excavaciones realizadas en el Pirineo catalán es el profesor del departamento de Prehistoria Ermengol Gassiot Ballbè. Él ha catalogado el descubrimiento como "excepcional" por el estado de conservación de los restos, por las edades tan dispares de los individuos a los que pertenecen y por el número de ellos. Se calcula que en total son siete las personas que allí fueron enterradas, cuya edad oscila entre recién nacidos y la edad adulta. “Hasta ahora no teníamos constancia de ningún entierro con tan buen estado de conservación de restos humanos en todo el Pallars Sobirà”, ha dicho Gassiot Ballbè. Según el profesor, gracias a este hallazgo se podrá determinar cómo vivían los seres humanos que habitaban esta zona del Pirineo catalán hace más de 3.500 años.
La Cueva del Hombre Muerto fue un cementerio durante la Edad de Bronce
Este testimonio arqueológico de la Edad de Bronce ha sido hallado en la conocida como Cueva del Hombre Muerto. Ubicada a más de 1.100 metros de altitud, la cavidad fue descubierta hace más de una década por un vecino de los municipios colindantes. Desde entonces es centro de atención científica. El GAAM comenzó a trabajar en ella en el año 2008. Las primeras exploraciones arqueológicas llegaron hace dos años, en 2017. El GAAM ha contado en las labores de excavación pioneras en esta zona de alta montaña con la colaboración del Ayuntamiento de Soriguera y del Parque Natural del Alto Pirineo.
Imagen del interior de una cueva / PIXABAY
La fase de las excavaciones que ha dado con los restos humanos más antiguos de la zona catalana de los Pirineos, y que no ha superado los 80 centímetros de profundidad de los sedimentos de la cueva, demuestra según Gassiot Ballbè que la cavidad fue utilizada como lugar de sepulto al menos durante 120 años. La relevancia histórica y cultural de este descubrimiento ha llevado al alcalde de Soriguera, Josep Ramon Fontdevila, a afirmar que dada la importancia de la cueva es prioritario conservar su buen estado y respaldar la continuidad de los trabajos arqueológicos en ella, por lo que se ha comprometido a buscar financiación. El objetivo de la administración municipal es que la Cueva del Hombre Muerto sea reconocida como Patrimonio Arqueológico y Cultural de la localidad.
Además de los restos humanos se han hallado cerámica y herramientas
Los recientes descubrimientos realizados por el equipo de expertos del GAAM van más allá de los restos óseos de siete seres humanos. La riqueza de la Cueva del Hombre Muerto como testimonio arqueológico es amplia y variada. Los arqueólogos también han encontrado en ella herramientas, cerámica y restos fósiles de fauna de la época. Según el profesor de la UAB miembro del GAAM que ha participado de las excavaciones, en la cavidad existen una “cantidad considerable” de otros materiales arqueológicos.
La datación de la cerámica hallada no sólo coincide con la antigüedad de los restos humanos recientemente encontrados. Los primeros análisis concluyen que parte de ellos sí que se corresponderían a la época de los restos biológicos desenterrados, pero que algunos otros se remontan aún más atrás en el tiempo. Según el equipo especializado en arqueología responsable de estos descubrimientos, las hipótesis iniciales marcan la época neolítica, en torno a unos 6.000 años atrás, como el momento el que fueron elaborados. Los expertos apuntan a que gracias a la continuidad de los trabajos sobre el terreno se podrá aportar más información.