Aunque la Sagrada Familia es el templo más importante, en Barcelona existen otros monumentos de culto religioso que pueden ser visitados por los turistas. Uno de ellos es la Iglesia de Santa María del Mar, cuya construcción tuvo lugar entre los años 1329 y 1383. Fue financiada por armadores y mercaderes, y gran parte de la población participó en su construcción, de aquí la reputación de iglesia popular.
Según cuentan desde la Agencia Catalana de Turismo, la edificación refleja el auge económico de la época, fruto de la expansión comercial por el Mediterráneo, que repercutía especialmente en el barrio de la Ribera, donde vivían los marineros y los artesanos y donde se encuentra la iglesia. El templo es obra de los arquitectos Berenguer de Montagut y Ramon Despuig, y está dedicado a la Madre de Cristo como patrona de los marineros. Se edificó sobre los restos de una pequeña capilla, Santa Maria dels Arenys, que estaba dedicada a Santa Eulàlia, virgen mártir patrona de la Ciudad Condal, que supuestamente había sido enterrada en ella en el año 303. Posteriormente sus restos fueron trasladados al sepulcro de la Catedral de Barcelona.
Una joya del gótico catalán
En el exterior de la Iglesia de Santa María del Mar se pueden apreciar las peculiaridades del gótico catalán, como las líneas rectas y los contrafuertes macizos, sin arbotantes, que le dan un aspecto robusto, compacto, muy diferente de las catedrales góticas europeas. El campanario es octogonal y las puertas son de roble macizo con decoraciones de hierro.
Fachada de la Iglesia de Santa María del Mar / JOCAN
Pero, sin duda, la belleza de este templo está en el interior. Sólo con flanquear la puerta de entrada, el visitante puede percibir la ligereza del edificio producida por la gran altura de la nave central, con imponentes columnas octogonales y mucho espacio entre cada una, y coronada por el gran rosetón policromo.
Incendiada en la Guerra Civil
Según el crítico de arte australiano Robert Hughes, “no existe en el Estado español un espacio arquitectónico más magnífico y solemne que el de Santa María del Mar”. La planta es de basílica, con una nave central flanqueada por dos naves laterales que forman un ábside semicircular. Las capillas situadas también en la misma zona están separadas por gruesos contrafuertes que hacen innecesaria la presencia exterior de arbotantes. En resumen, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura gótica catalana.
Sin embargo, durante la Guerra Civil los anarquistas prendieron fuego al templo y se perdió toda su ornamentación interior, incluyendo el altar barroco y un gran órgano del siglo XVIII.