Ingerir alcohol tiene un efecto directo en nuestro apetito, tal como ha comprobado un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Búfalo, en Estados Unidos. Después de una noche de excesos con la bebida, la próxima comida --que en muchas ocasiones suele ser antes de acostarse-- suele ser abundante y calórica. Este perfil es el que los científicos han bautizado como drunchies, es decir, personas que después de una noche de fiesta y alcohol sienten la necesidad de comer alimentos salados, grasos e insalubres.
La investigadora Jessica Kruger, que ha participado en el análisis de los datos analizados, admite no haberse sorprendido con las conclusiones del estudio. “No debería sorprendernos que no estén tomando batidos de frutas y naranjas frescas a las cuatro de la mañana. Dada la epidemia de obesidad y las tasas de consumo de alcohol, sobre todo en los campus universitarios, debemos ser conscientes no sólo del efecto negativo del consumo de alcohol, sino también del impacto que tiene en lo que las personas comen mientras beben”, ha señalado.
El pan con mantequilla es una comida rica en grasa / PIXABAY
El estudio
Después de analizar una muestra de 286 estudiantes universitarios estadounidenses, los resultados del estudio determinaron que los jóvenes son propensos a comer después de haber bebido altas cantidades de alcohol. Un patrón que se repetía al día siguiente, durante la resaca.
Entre los principales alimentos preferidos por los encuestados primaba la comida basura, sobre todo las pizzas, hamburguesas y bocadillos, algo que preocupa en exceso a los investigadores: “Es particularmente preocupante el hecho de que los participantes no informaron beber más agua u otras bebidas no alcohólicas antes de acostarse. Eso exacerba la deshidratación, lo que puede conducir a elecciones de alimentos no saludables”, ha asegurado la investigadora Kruger.
Mitos perjudiciales para la salud
Además de este problema, otra de las principales revelaciones de este estudio fue la creencia generalizada que muchos jóvenes tienen sobre que comer antes de dormir ayuda a absorber el alcohol y a evitar la resaca.
Precisamente estos mitos son los que, tal y como evidencian los investigadores, conviene desmentir, puesto que --además de inciertos-- promueven unas dietas y hábitos poco saludables.