El matrimonio es algo difícil y cuando el amor o la llama se apaga, pocos son capaces de recuperar lo que en un principio les unió. Algunas parejas lo intentan hasta conseguirlo y otras o fallan en el intento o, prefieren optar por la vía legal del divorcio.
La mayoría de divorcios suelen ser o por una decisión mutua o por petición de la mujer. Aun así, también hay numerosos casos en que los hombres llevan la iniciativa y proponer a sus parejas acabar con la relación matrimonial.
Las mujeres más analíticas y pensantes que los hombres, sopesan otras prioridades. Los hombres valoran estas:
No se sienten apreciados. Cuando un hombre piensa que ya no es útil o querido quiere encontrar a de nuevo a una mujer que lo haga sentir especial. Pese a que esta actitud es míticamente conocida como propia de las mujeres, los hombres también necesitan sentirse queridos.
No están de acuerdo con sus esposas en las decisiones financieras. Si no tienen peso ni toma de decisiones en la economía familiar, puede ser un detonante para pedir la separación.
Alguien fue infiel. Si un hombre deja a su esposa por infidelidad, puede ser que no fuera feliz en su matrimonio. Muchos de ellos lo cuentan y esperan un perdón, pero si la relación está muy deteriorada, puede que simplemente pidan el divorcio.
Ya no tienen nada en común con sus esposas. Las personas cambian, es importante crecer juntos y no por separado.
Se sienten incompetentes. Se sienten que nada de lo que hacen es correcto. Por eso apoyarles en sus proyectos tanto personales como profesionales es importante. El ego masculino necesita escuchar lo bueno que es.
No tienen vida sexual. Cuando un hombre ya no tiene sexo con su pareja, siente que ya no es atractivo, por lo que tienda a buscar fuera del matrimonio experiencias nuevas. Si las encuentra, puede acabar en divorcio.