Tina Gibson es una mujer de Tennessee, Estados Unidos, que acaba de dar a luz a una niña nacida de un embrión que fue congelado en 1992, el mismo año en que nació ella. La pequeña, a la que le han puesto el nombre de Emma, pesó casi tres kilos y midió algo más de cincuenta centímetros de altura.
El caso de este embrión es el más longevo que ha finalizado con un éxito. Dicho embrión fue transferido al útero de la madre en una organización de culto religios; National Embryo Donation Center. La conservación del embrión se ha llevado a cabo gracias a una técnica que los somete a temperaturas muy bajas para sí detener la actividad biológica, pero manteniendo a la vez intacta su fisiología. Para ello, se utiliza nitrógeno líquido que alcanza los -196 grados centígrados. Sin embargo, durante la congelación se pueden formar cristales de hielo que pueden dañar las células. Para evitarlo y preservar las muestras, se utilizan crioprotectores, que son sustancias que actúan de un modo similar a un anticongelante. Con este método los embriones pueden , en teoría, preservarse de manera indefinida.