@cronicadirecto
Morderse las uñas es un mal hábito que afecta entre el 20% y el 30% de la población. Porcentaje que se eleva hasta el 45% entre los más jóvenes. Es negativo por los efectos que tiene a nivel psicológico, emocional y social.
Los expertos dan diez pautas para poder acabar con ello:
- Autocontrol. No siempre es posible, por lo que se recomiendan ejercicios como acercar el dedo a unos centímetros del labio, dejarlo allí unos segundos y después retirarlo. Repetir la acción acortando cada vez más la distancia para reforzar la acción.
- Usar guantes, cuestión más sencilla en invierno que en verano. Es la fórmula más práctica de evitar llevarse el dedo a la boca.
- Masticar chicle. De esta forma se tienen las mandíbulas ocupadas.
- Usar regaliz. En los momentos de ansiedad es un sustituto de la uña.
- Poner aloe vera sobre la uña tras pasar un día en la nevera. Es una fórmula natural para dejar un sabor muy amargo y desagradable que impedirá las mordeduras. Además, sus propiedades antibacterianas y cicatrizantes curarán los cortes y acelerarán el proceso de regeneración.
- Poner tiritas durante un mes sobre las uñas. El tiempo que tarda en que crezca.
- Buscar una afición para los ratos libres que implique tener las manos ocupadas y sucias, como cerámica o pintar. Se distrae la mente y se evita el hábito.
- Hacer un ejercicio de introspección para intentar detectar qué ha generado el estrés o la inseguridad que fomenta el hábito.
- Usar uñas postizas. Es una alternativa cara, peor se evitará dañar las propias y se dará tiempo a su crecimiento.
- Autopremiarse por los avances. Marcarse unos objetivos y conseguir pequeñas recompensas cuando se consigan. Es una forma de motivación personal.