Una mujer embarazada de nueve meses, llamada Ma Rongrong, se suicidió el pasado 7 de septiembre tras tirarse al vacío desde la quinta planta de un hospital de Yulin, China.

Los médicos le aconsejaron que adelantara el parto unos días y se sometiera a una cesárea ya que el bebé tenía la cabeza más grande de lo normal. La familia, al conocer las recomendaciones médicas, rechazó la idea.

La mujer sufría fuertes dolores y tras darse cuenta de que tendría que esperar al parto natural decidió acabar con su vida. Su marido ha negado que fueran esos los motivos, pero el caso ha puesto en boca de todos las dificultades que tienen las mujeres en el país para decidir cómo dan a luz.