Verano, vacaciones, sol y, como no puede ser de otra manera, playa. Cuatro de las cosas que nos hace más felices en estas fechas, en las que olvidamos hasta nuestro nombre si se trata de desconectar. Y lo bien que nos sentimos ese momento en el que nos tumbamos en la toalla a no hacer más que tomar el sol y remojarnos no es casual.
La playa aporta muchos beneficios para nuestra salud, según se ha demostrado en varias ocasiones. El conjunto de las sensaciones que experimentamos cuando estamos tumbados en la arena provoca que respiremos aire puro, tranquilidad y, por lo tanto, nos relajemos. Uno de los efectos que provoca es que descansamos más y, en consecuencia, dormimos mejor.
Circulación y masajes
Si somos capaces de encontrar algún hueco que no esté masificado y podamos extender nuestro pareo sin problemas, el bienestar que nos aportará la relajación está asegurado. Los paseos por la orilla son otro de los puntos fuertes de pasar un día en la playa, ya que beneficia las articulaciones de nuestro cuerpo.
La humedad que se respira cerca del mar también es buena, puesto que nos invita a respirar hondo y, además de tomarnos las cosas con mucha más calma de lo habitual, mejoraremos la ventilación pulmonar y eliminaremos las bacterias que podamos haber acumulado de respirar el aire de la ciudad.
Si además hay olas en cuanto nos adentramos en el mar, será perfecto para que nuestra musculatura se relaje, ya que los pequeños golpes que provocan contra nosotros actúan a modo de masaje y, al salir, nos sentiremos como nuevos.