La exposición de Joan Miró 'Nuevos Horizontes' protagoniza la temporada cultural del Centro Paul Klee / YOLANDA CARDO

La exposición de Joan Miró 'Nuevos Horizontes' protagoniza la temporada cultural del Centro Paul Klee / YOLANDA CARDO

Creación

El universo Miró conquista Berna

El Centro Paul Klee de la capital suiza acoge hasta el próximo 7 de mayo una magnífica exposición dedicada a la última etapa del artista barcelonés

12 febrero, 2023 00:00

Paul Klee y Joan Miró nunca se conocieron personalmente, sin embargo existen muchos vínculos entre estos dos grandes maestros. Klee apreciaba mucho la obra de Miró, tanto es así que, cuentan, hablaba muy bien sobre el trabajo del catalán con el que fuera su compañero de la Bauhaus Wassily Kandinsky. Décadas después fue Joan Miró, en unas conversaciones con el gran fotógrafo Brassaï reflejadas en el libro Los artistas de mi vida, quien manifestó su profunda admiración y el impacto que tuvo el suizo en su obra. En esas páginas revela cómo llegó al surrealismo casi por azar.

Durante su estancia en París, su compatriota el escultor Pablo Gargallo le prestó su estudio de la rue Blomet, justo al lado del taller donde trabajaba André Masson. Gracias al pintor francés conoció a Max Ernst, a André Breton y al resto del grupo surrealista. Y también fue Masson quien le descubrió la pintura de Paul Klee. A partir de ese momento, explica, su “trabajo tomó una dirección completamente diferente y se volvió, por así decirlo, ‘surrealista’”: “Klee fue el encuentro capital de mi vida. Fue bajo su influencia que mi pintura se liberó de todos los apegos terrenales. Klee me hizo entender que una mancha, una espiral, incluso un punto, pueden ser temas de una pintura, tanto como un rostro, un paisaje o un monumento”.

Las obras del periodo tardío de Miró estarán expuestas hasta el próximo 7 de mayo / YOLANDA CARDO

Las obras del periodo tardío de Miró estarán expuestas hasta el próximo 7 de mayo / YOLANDA CARDO

Sencillez y experimentación

Al igual que pasa con Klee, la obra de Joan Miró propone ir más allá de la apariencia, revelar lo que está oculto, lo que no se ve, expresar con símbolos aquello que produce sensaciones. La autocrítica y la experimentación con nuevas técnicas y materiales fueron también inquietudes compartidas, sobre todo durante la última etapa del barcelonés. Son precisamente esas obras realizadas a partir de 1956, en su estudio de Palma de Mallorca diseñado por su amigo Josep Lluís Sert, las que ocupan las sugerentes salas del Centro Paul Klee de Berna. Aunque también se muestran algunas pinturas de época temprana; una suerte de regresiones a sus orígenes que anticipan su futuro ayudando así al espectador a entender la posterior simplificación de los códigos y formas, tan características, de su producción creativa como los puntos, las estrellas o las líneas.

Vidrio y acero conforman la estructura del Centro Paul Klee diseñado por Renzo Piano / YOLANDA CARDO

Vidrio y acero conforman la estructura del Centro Paul Klee diseñado por Renzo Piano / YOLANDA CARDO

Descubrimos en la exposición un Miró autocrítico, en constante cuestionamiento. Quizás por ello fue en este periodo tardío cuando logró la reducción formal de su lenguaje, alcanzando de este modo el equilibrio perfecto entre la abstracción y el surrealismo figurativo. Un estilo donde no tienen cabida ni el esteticismo ni la moralidad. Con una simbología muy depurada, en la que sus “miroglifos” recurrentes como la Luna, el Sol, los astros, los pájaros o las figuras femeninas condensan todo el significado, Miró experimenta con la quema de lienzos o con la técnica pictórica conocida como action painting que, antes que Pollock, ya utilizó Lee Krasner.

Algunas de las piezas presentes en la exposición del artista catalán en la capital suiza / YOLANDA CARDO

Algunas de las piezas presentes en la exposición del artista catalán en la capital suiza / YOLANDA CARDO

Berna, la ciudad del oso y el conejo…

“El arte no reproduce lo visible. El arte genera lo visible”, decía Klee. Así la obra de Miró representa un universo, cargado de significado, que solo existe en su mente. La muestra Nuevos Horizontes reúne más de 70 obras mayormente procedentes de los fondos de las dos fundaciones que salvaguardan su obra en Barcelona y Palma de Mallorca. Lienzos de pequeño y gran formato o maquetas de yeso, prototipos a escala de sus esculturas monumentales, que nos permiten adentrarnos en el fascinante proceso creativo del que decía André Breton era “el más surrealista de todos nosotros”.

El Centro Paul Klee, inaugurado en 2005, es una espectacular escultura arquitectónica diseñada por el arquitecto Renzo Piano para albergar la vasta obra del inclasificable artista. Tres colinas de vidrio y acero que emergen sinuosas muy próximas al cementerio donde descansan sus restos. Pero este espectacular edificio es apenas uno de los reclamos de la bella ciudad suiza de curioso origen. Cuenta la leyenda que el duque Bertoldo V de Zeringen prometió llamar a la ciudad con el nombre del primer animal que cazara en los bosques cercanos. Un oso fue el “desafortunado” ganador, sin embargo dicen que, en realidad, no fue un oso (bär en alemán), sino un pequeño conejo el primer animal abatido. Sea como fuere este poderoso mamífero forma parte desde entonces de la identidad de los berneses y es la imagen de su escudo.

Vista del casco antiguo de Berna desde el Rosengarten / YOLANDA CARDO

Vista del casco antiguo de Berna desde el Rosengarten / YOLANDA CARDO

Fuentes y kilómetros de arcadas

Atravesada por el río Aar y con los Alpes como telón de fondo, Berna es amable y sosegada, perfecta para caminar. La panorámica más bella del casco antiguo (Patrimonio de la Unesco) se contempla desde el Rosengarten (jardín de rosas), justo encima del BärenPark (parque de osos) y del puente Nydegg que nos conduce directamente a la ciudad por la Kramgasse, una de las calles comerciales cubiertas más largas de Europa. Seis kilómetros de arcadas recorren los callejones repletos de comercios y restaurantes. Otra peculiaridad son los antiguos sótanos de las viviendas actualmente reconvertidos en bodegas, boutiques o galerías de arte.

Las fuentes son otro de los elementos urbanos más destacados. De las 80 que hay repartidas por la ciudad, destacan especialmente 11 construidas a mediados del siglo XVI. Moisés o un oso con armadura son algunas de las imágenes que las coronan, pero sin duda la más llamativa es la que se conoce como fuente del ogro en la que se ve a un gigante devorando a un niño.

Kilómetros de arcadas, sótanos y fuentes decoran la ciudad / YOLANDA CARDO

Kilómetros de arcadas, sótanos y fuentes decoran la ciudad / YOLANDA CARDO

Einstein y un famoso reloj

El Zytgloggeturn, la famosa torre del reloj, es el símbolo por excelencia de Berna. Durante los meses de verano se puede visitar el interior y ver en acción el mecanismo que lleva siglos funcionando. A escasos metros de allí, en un modesto apartamento del número 49 de la Kramgasse vivió durante dos años Albert Einstein. Aquí desarrolló algunos de sus trabajos fundamentales incluyendo la teoría de la relatividad. Esta experiencia se completa en el Museo Albert Einstein, el lugar perfecto para sumergirnos en las teorías del famoso Nobel de Física.

La famosa torre del reloj de la capital suiza (Zytgloggeturn) / TURISMO DE BERNA

La famosa torre del reloj de la capital suiza (Zytgloggeturn) / TURISMO DE BERNA

El mecanismo del reloj de Berna lleva siglos funcionando / YOLANDA CARDO

El mecanismo del reloj de Berna lleva siglos funcionando / YOLANDA CARDO

Fotografías de Albert Einstein y su familia en su apartamento de Berna donde vivió durante dos años / YOLANDA CARDO

Fotografías de Albert Einstein y su familia en su apartamento de Berna donde vivió durante dos años / YOLANDA CARDO